Las primeras hermanas

No sabemos con certeza quiénes formaban este grupo. Los nombres de las primeras josefinas que han llegado hasta nosotras son: María Gri Serra, María Comas Suriñach, Dolores Ros Rigau y Dolores Roca Sitjar.

Las dos primeras habían nacido en Fornells, Dolores Ros en Bescanó (Gerona). Todas tienen algo en común además de la vocación a la vida religiosa: antes de la fundación viven en Aiguaviva, pueblecito labrador situado a seis kms. de Gerona; pertenecen a las cofradías de la Virgen del Rosario y de la Virgen del Carmen en la parroquia, y seguramente están sirviendo en alguna de las masías (casas rurales aisladas del campo catalán) del contorno.

Quieren ser religiosas pero hallan cerradas las puertas de todos los conventos debido a su pobreza e ignorancia.

Cuando Butiñá se acercó a su realidad quedó profundamente impresionado. Él había comenzado a conocer a la mujer trabajadora en su propia casa: su madre era una mujer artesana; además, unas ocho campesinas de Bañolas acudían a la casa de los Butiñá para buscar el lino que cardaban en sus hogares, volviendo luego a recibir su jornal.

Ahora y aquí, en la Cataluña industrializada se encuentra asombrado con el empobrecimiento al que están sometidas las mujeres pertenecientes a la clase más débil de la sociedad catalana.

Butiñá empieza a organizar el Taller. Se llaman a sí mismas «trabajadoras cristianas». Comenzaron a vivir como religiosas un sábado día 13 de febrero de 1875. El lunes 15 fueron admitidas como aprendices en una fábrica de medias, contratadas por un salario, hasta que entra una Hermana que es más experta en labores y pueden comenzar a tener el Taller en casa. Para este Taller pobre busca el P. Butiñá la ayuda de Salamanca, el primer taller josefino que había fundado en 1874.

Butiñá sufrió en los orígenes del Taller de Calella, pero tuvo la osadía y la fe de fundar uno nuevo en Gerona cuando aún no contaba más que con las cuatro primeras Hermanas. La comunidad gerundense se estableció el 1 de agosto de 1876 en la misma casa donde vivían los jesuitas, dos pisos más arriba. Aquí, en julio de 1877, entró M. Isabel Maranges y desde el principio, por voluntad de Butiñá, fue la Superiora General de las Siervas de Cataluña. A partir de entonces comenzó a florecer el Taller.