Mª del Mar hace prácticas en un taller

Recibí la carta una tarde del mes de septiembre, terminadas las vacaciones. El calor ya no apretaba tanto como en los dos meses anteriores. Sentado junto a la ventana llegaba del mar este viento amable del Mediterráneo que refresca y te sumerge en humedad. La carta era larga, muy larga. Su autora, María del Mar, estaba terminando los estudios de trabajadora social y explicaba la experiencia que había tenido en el pasado Julio en una entidad de las religiosas Hijas de San José, unas monjas obreras, que tienen fijada su atención interior en el significado de Jesús de Nazaret. No voy a hacer propaganda de ellas, porque la mejor propaganda es su testimonio. Y sin más introducciones copio algunos fragmentos de la carta de María del Mar.

… Ya sabes que no soy muy creyente, pero cuando nos ofrecieron en la facultad diversas opciones para las «prácticas» de este último curso, me llamó la atención una posibilidad que me ofrecieron, fíjate qué nombre, «el taller de las hijas de San José». No tenía ni idea de que San José tuviera hijas, pasados tantos siglos, y que éstas tuvieran un taller. Ya me conoces, me gusta, me encanta la aventura. Cuando me dieron los datos de esas prácticas aumentó mi curiosidad y también la autodefensa frente a todo lo que significa religión…

… El llamado taller era un garaje que estaba a la salida del pueblo. Varias mesas, un montón de sillas plegables, una máquina de café, una estantería con algunos libros… un crucifijo y un retrato de un cura mayor, creo que del siglo XIX. Más o menos me di cuenta de que era el santo que había puesto en marcha este grupo de San José. Por el apellido fue catalán o hijo de catalanes… ¡Ya les cuadra esto de talleres!…

… Éramos un grupo de mujeres, la mayor parte inmigrantes y yo la más joven. Había dos hermanas, una andaluza y la otra de Santander. Pronto conectamos con ellas y me explicaron la organización del taller, su finalidad y la forma de trabajar. El taller era como la base de operaciones, dónde se distribuía el trabajo y éste se hacía en casas particulares, en un restaurante y en una pequeña cooperativa de confección. A causa del turismo, especialmente en verano, es cuando más trabajo se hace. Para mí, como una más,… agotador…

… Aquella tarde al volver del trabajo nos fuimos Gloria, la hermana Hija de San José, y yo, a tomar una cerveza cerca del puerto. Ya llevaba unos 15 días. Tenía ganas de hacerle muchas preguntas. Es una persona abierta, siempre está de buen humor y ¡anda que no cuenta chistes y se ríe a carcajadas un tanto explosivas! Allí estuvimos hasta tarde.

… Resulta que estas religiosas son comunistas. Bueno, no son políticamente comunistas, sino que practican el comunismo porque quieren. Son libremente comunistas. Es decir, lo que ganan lo ponen en común y cada una saca lo que necesita. Lo que pasa de la necesidad se propone a la que dirige el grupo. Como son bastante austeras les queda dinero para repartir. Le llaman voto de pobreza; es un nombre antiguo, pero está muy bien, es otra forma de organizarse. Me explicó Gloria que esto ya viene de Jesús y que así se hacía entre los primeros cristianos. Esto es todo lo contrario del capitalismo, es una pasada…

… La otra pregunta era la que me obsesionaba más. Esto del voto de castidad, bueno de no tener pareja y todo el resto. Desde los primeros días me resultaba extravagante. Gloria se pone algo seria, por lo visto he hecho diana. Me mira fijamente y me suelta: tengo pareja, ¡claro que tengo pareja! Ahora soy yo la que alucino. Esta Gloria debe tener una pareja a escondida; ¡vaya, vaya…! No me lo puedo creer, no le cuadra. Se hace un silencio y me dice: no me vas a creer, pero estoy enamorada de Dios. Si antes alucinaba, ahora me siento sumergida en el fondo del océano, enteramente perdida. Me callo, y me entra cierta emoción… ¿cómo es posible que esta Gloria, tan normal y simpática, me diga que esta enamorada de Dios?… o está loca o debe existir un Dios. No hay alternativa. Y si hay Dios debe ser Alguien que enamore. Aquella noche casi no puede dormir, me parecía que el Dios de Gloria debe ser impresionante y muy humano.

… Ya se acercaba el día de despedida. Estaba muy cansada y hacía un calor insoportable. Aún me quedaba una tercera curiosidad sobre cómo estaban organizadas estas hijas de San José. Me dejan un sencillo folleto y encuentro la palabra clave: obediencia. Pienso, ¡por ahí ya no paso! Esto ya es el colmo. De nuevo interrogo a Gloria. Mi tono es un poco insolente, pero ella disimula. Me explica que obedecen porque quieren obedecer, no porque estén sometidas, sino que allí han entrado libremente. A veces les cuesta, aunque la que manda siempre antes consulta y dialoga. Menos mal. Me da razones de eficacia y otras parecidas que me suenan a empresa; pero al final, cuando ya se siente un poco acorralada, exclama: mira, Jesús se vació de sí mismo para podernos enriquecernos con su persona, y esto lo hizo por amor a Dios, obedecer es seguir este ejemplo El amor de mi alma fue obediente hasta la muerte, pues yo también lo intento. No me convenció, evidentemente, pero me callé ante una reacción tan misteriosa.

…Cuando ya volvía en el tren hacia Barcelona no dejaba de pensar en todo lo que había pasado durante este mes de prácticas. Fue entonces cuando relacioné estos llamados tres votos en una sola actitud. Estas mujeres siguen a Jesús, obreras como Él, trabajando en un taller como Él, en comunión de bienes como Él, enamorado de Dios como Él y obedientes como Él. Ya lo tengo, pensé, la clave está en ÉL.

Solamente ha escrito una parte de la larga carta de María del Mar. La parte más esencial, por cierto, los tres votos, pobreza en comunión de bienes, castidad en Amor a Dios y obediencia en comunidad de seguimiento de Jesús, son una misma realidad, una forma de sentir, de vivir y de optar. Se trata de dar la vida y dar vida. Dar vida, en el caso de las hijas de San José, dar vida a la mujer trabajadora, al taller, a las jóvenes…

Si María del Mar se decide, me voy a alegrar mucho por ella y por tantas personas a las que va ayudar.

Jesús Renau S.J.