San José, hombre de las bienaventuranzas

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Séptimo día: San José, hombre de las bienaventuranzas

Motivación inicial: En este día, contemplamos a José como hombre sencillo, que en medio de su pobreza, sabe vivir la mansedumbre, la misericordia, la solidaridad con los demás…

Palabra de Dios: Mt 5, 1-15

Viendo la multitud, Jesús subió al monte, vinieron a él sus discípulos, y les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Comentario a partir de la Palabra:

Conocemos cómo ha sido la infancia y la juventud de un hombre por lo que después, en su vida adulta, vive y transmite. Si en Jesús vemos una gran solidaridad, una gran compasión hacia los pobres, una gran misericordia con los desvalidos, es porque eso mismo lo ha conocido en sus padres, durante su vida oculta en Nazaret, en la manera de actuar de José y María.

El Padre Francisco Butiñá nos invita a contemplar el hogar de Nazaret como el lugar donde se vivieron las bienaventuranzas antes de ser proclamadas.

“José y María eran tan cariñosos y caritativos que robaban los corazones de cuantos los trataban. Nunca hablaban mal de nadie, hacían toda la caridad que podían y cuando algún vecino o pariente necesitaba de su ayuda, no se hacían los pobres ni los esquivos, sino que con una cara que infundía confianza y amor ayudaban a todos según sus fuerzas” (F. Butiñá, Les Migdiades).

Posiblemente los ejemplos de José, ayudaron a Jesús a reconocer que la mayor felicidad del mundo no está en el tener muchas cosas, sino en pasar por la vida haciendo el bien. Jesús pudo descubrir en José un hombre atento a las necesidades de los otros, más que a uno mismo. Jesús descubrió en José un modelo de misericordia, mansedumbre, solidaridad, limpieza de corazón, lucha por la justicia… Y todas esas cualidades hicieron de José un hombre dichoso, bienaventurado, feliz.

Oremos: Por intercesión de San José, hombre bienaventurado, te pedimos Señor que nos ayudes a descubrir el secreto de la felicidad verdadera, la que tú has querido mostrarnos en tu vida y en tu entrega. Que no nos dejemos engañar por otras promesas de felicidad.