Colonia Hoyo 2018

0 Comentario
2742 Vistas

Otra colonia más. Hace tres años empecé en esta pequeña aventura, conocí a mis primeros amigos, monitores… Pero sobre todo me conocí a mi misma. Antes de llegar, nadie, ni yo misma apostaba que volvería a ir… La primera vez que llegué a Hoyo noté un ambiente especial y no eran nervios. Es algo distinto que no se puede explicar. En Hoyo siempre estás cantando, bailando, jugando y riéndote, pero también hay tiempo para otras cosas. Era la hora del “desierto”, los monitores nos retaron a estar varias horas reflexionando, pensando cómo te va la vida y cómo la estás aprovechando. Aquí fue cuando me di cuenta de que necesitaba cambiar. Mis amigos de Hoyo me han ayudado, me han apoyado y también me han sabido llevar por el buen camino, el camino de Dios. Cómo voy a echar de menos las canciones, los juegos, esos reencuentros y esas despedidas. Pero la colonia no termina aquí. La colonia ahora forma parte de mí y de mi día a día, me sigo relacionando con gente de otros lugares, me reúno con mi familia de Nazaret, que ha hecho que yo sea así. Gracias a estos diez días he conocido a un montón de personas en las que puedo confiar.

Lucía Camarero, Zaragoza

Para mí esta colonia ha sido, sin duda, la mejor. He conocido y descubierto a un montón de personas maravillosas. A algunas ya las conocía, pero no habíamos hablado demasiado, y esto es lo mágico que tiene este campamento: la gente que participa, el modo en que te acogen, te escuchan y te apoyan. Los vínculos que se crean son especiales porque las personas también son especiales. Ha sido mi última colonia y la verdad que he intentado aprovecharla al máximo. Pero sin duda, si se me presenta la oportunidad de volver a Hoyo de Manzanares, aceptaré sin pensarlo. No se pueden dejar pasar oportunidades así, porque lo que allí se vive es único e irrepetible.

Ángel Ramírez, Villanueva de la Serena

Este ha sido mi primer año y, a pesar de ello, la gente me acogió de maravilla. En Pascua fueron pocos días pero me llevé un recuerdo muy bueno de Hoyo y toda su gente. Cuando nos volvimos a juntar en colonias, la felicidad me invadía, las personas siempre están ahí para abrazarte cuando sea necesario, para hacerte reír y llorar, para compartir cosas juntos. Son personas imprescindibles para mí, son fantásticos y esto es lo mejor que me ha pasado en la vida. Allí siempre estamos bailando, saltando, cantando, haciendo actividades y pasándolo bien; tan bien, que ni te das cuenta cuando llega la hora de irse. Hoyo definitivamente es mágico. Quiero ir por muchos años más.

Paula Sansans, Zaragoza

Otro año más en Hoyo….Después de tres colonias y dos pascuas, puedo decir que no me canso de participar. Al principio, me preguntaba si podría encajar bien con el grupo, si iba a hacer amigos y eso me hacía estar un poco inseguro. Una vez que llegué, todas esas inquietudes se fueron y en el transcurso de la colonia o de la pascua, ya supe que volvería a la siguiente, ya no solo por volver a ver a toda esa gente que se convertirán en amigos para toda la vida, sino también por volver a sentir la magia de Hoyo. Cada año es diferente y se vive todo de diferente manera. ¡Ojalá fuera eterno! Una vez que empiezas los días de colonia o pascua, estás tan a gusto y te lo pasas de tal increíble forma, que se te pasan volando y solo te queda aprovechar al máximo. Los monitores siempre están ahí para cualquier cosa que necesites hablar, algún problema que tengas, para apoyarte etc… Las hermanas están siempre para lo que necesites, son súper majas y siempre van a cuidarte y darte la bienvenida con una sonrisa y, por último, con la gente, con los compañeros, te une un lazo tan fuerte que ojalá dure para siempre. Como conclusión, digo que quiero seguir yendo a Hoyo muchos años más, contando mi experiencia a más personas, ya que cada vez somos más y es algo increíble cómo con personas de distintos lugares podemos encontrarnos de esta forma y estar un poquito más unidos pese a la distancia. Volver a Hoyo, para mí, es como volver a mi segunda casa.

Lucía Navarro, Zaragoza

Siento que sin esto no hubiera podido llegar a descubrir lo importante que es la vida de esas personas para mi vida. Siento que siendo tan pequeños descubrimos una cosa tan grande como el mismo universo. La verdad es que esta es una experiencia de la cual no os vais a arrepentir jamás, de la cual vais a aprender muchísimas cosas y, sobre todo, vais a descubrir a personas que os van a cambiar la vida, que os van a hacer ver lo que es una familia de verdad, que os van a enseñar la verdadera amistad, que os van a guiar por el camino que tienes que coger para llegar a la felicidad. Este año yo era nueva, pero me he dado cuenta de que conocer a las personas es mucho más valioso que nada. Puede que haya pasado mucha vergüenza al principio, puede que no me haya hablado con todo el mundo, pero… ¿sabéis una cosa? Por lo menos me he llevado un recuerdo genial, unas amistades que espero que duren por muchos años más y, sobre todo, una nueva familia, porque eso es lo que es Hoyo, una FAMILIA, en la cual puedes confiar sin ningún problema, ya que te van a tratar como si llevaras con ellos toda la vida, como si de viejos amigos se tratara. Hoyo me ha enseñado muchos valores de todos los cuales se puede sacar algo bueno; también me he podido conocer a mí misma y me ha ayudado a ser mejor y a valorar más todo lo que tengo. Si de verdad quieres tener una familia, no lo olvides, Hoyo te espera. Siento que todo esto ha sido posible gracias a la gente tan estupenda, amable, cariñosa y carismática.

Yasmín, Zaragoza

Mi experiencia se define con una sola palabra: INCREÍBLE. La verdad es que yo al principio tenía miedo de ir ya que era nueva, solo conocía a los de mi colegio y soy muy tímida, pero desde el primer momento en que pisé esa finca, ya venía todo el mundo a saludarme y me sentí muy acogida. También pensaba: “vaya… ahora todos los días reflexiones, me voy a aburrir un montón”. Pues todo lo contrario, me encantaban. Ni te da tiempo a aburrirte, ni piensas en ningún momento en el móvil. Lo más bonito es que conoces a gente de otras ciudades y pueblos, gente maravillosa que no se olvida nunca.

Ana Garzón, Jerez

El año pasado llegué a Hoyo con miedo de no hacer amigos, de no integrarme y de muchas cosas más, pero desde el minuto “0” me sentí muy bien acogida por la gente, muy cómoda y me lo pasé genial. Repetí en Pascua y fue una experiencia fenomenal porque reflexioné y me di cuenta de muchas cosas. Ojalá que dure muchos años más porque es una experiencia increíble que nunca olvidaré y, sobre todo, lo mejor que me llevo de allí es la cantidad de personas geniales que he conocido.

Vicky, Jerez

Para empezar, Hoyo ha sido lo mejor que me ha ocurrido en la vida. Es como encontrar tu lugar en el mundo, donde todos te reciben con los brazos abiertos. Da igual lo lejos que estemos, siempre estaremos unidos por este lugar, esta maravillosa finca que llamamos hogar. Muchas de las personas importantes en mi vida las he conocido allí. No se puede describir la experiencia que se vive en Hoyo, hay que vivirla, es algo increíble, que te llevarás para toda la vida y aunque la colonia se acabe siempre quedarán esos momentos, esas risas, esos llantos en la memoria de cada uno de nosotros. En Hoyo maduras muchísimo y te liberas de todo lo que hay fuera.

María, Jerez

¡Qué decir de Hoyo sino que es una de las mejores experiencias que existen! Nunca me arrepentiré de haber dicho que sí cuando me propusieron ir por primera vez. Imaginaos lo bien que me lo pasé que esta ha sido mi tercera. He conocido a personas increíbles, he reído, he llorado, he convivido con muchísimas personas y la verdad no cambiaría ninguno de estos días. Hoyo me ha enseñado a conocerme más a mí misma, a Dios y a las personas. Así que animo a todos los jóvenes que puedan venir a Hoyo, que lo hagan, que nunca se arrepentirán de esta aventura.

Jara, Zaragoza

A mis amigos les diría que Hoyo es una experiencia inolvidable, en la que se hacen muchos amigos, se conoce más a Jesús y se conoce más uno mismo. Hoyo ha cambiado mi forma de decir las cosas y de relacionarme, me ha ayudado a tomar las decisiones, a tener una opinión objetiva y a descubrir más a Jesús.

Eugenio, Zagra

Tres veces he ido ya a Hoyo, a dos Colonias y a una Pascua, y he de decir que ha sido mágico. Conoces a gente de otros lugares de España, te haces amigos y compartes tus cosas con ellos. Pero Hoyo no solo sirve para conocer a los demás, sino para conocerte a ti mismo también. Esas reflexiones en los grupos por la mañana, para compartir nuestras cosas, sentimientos, opiniones… y ayudarnos entre nosotros. Los desiertos es lo mejor que hay en la finca para conocerte a uno mismo, cómo eres en realidad, las obras que haces, recapacitar sobre tus actos. A mí, personalmente, me han ayudado mucho los desiertos que he hecho y me han hecho crecer como persona. ¡Quién me iba a decir a mí que apuntándome a Nazaret en quinto de Primaria, acabaría así, viviendo una de las mejores experiencias de mi vida y fortaleciendo mi fe en Dios! Gracias a todos por formar parte de mí.

Arturo, Jerez

Después de muchos años disfrutando de las colonias en Hoyo, este ha sido mi primer año como monitora. Al principio, sentí mucho miedo. Quería hacerlo bien, pero no sabía cómo me iba a salir. Ese miedo no perduró mucho tiempo ya que rápidamente me incorporé al equipo de monitores que me acogieron con mucho cariño y, sobre todo, con mucha paciencia. Han sido días llenos de muchísimos sentimientos, me he sentido acogida por los monitores y también por los chavales. Todo el cansancio ha valido la pena, por ver las sonrisas de los niños después de cada actividad, de cada reflexión. Como monitora he aprendido muchísimo y me he llevado algo de cada uno. Todos me han enseñado mucho, como que todo esfuerzo tiene su recompensa, que cada sonrisa significa una cosa… He reconocido cuando una persona necesitaba un abrazo, me he superado… Espero haber conseguido ser una buena monitora y tener un pedacito de mí en cada uno de vosotros. No voy a olvidar esta experiencia como tampoco voy a olvidar mi primera colonia, ni mi campo de trabajo… Son diferentes experiencias que me van formando como monitora Nazaret y también como persona. Son experiencias que vale la pena vivir más de una vez porque el resultado compensa todas las horas perdidas de sueño en esos nueve días; una experiencia que siempre he compartido con personas maravillosas como las hermanas y los monitores que me han ayudado en todo lo que he necesitado y me han apoyado en todas las dudas que tenía.

Espero ser capaz de volver a cumplir esta labor y cada año conseguir superarme un poco más, para hacerlo un poquito mejor, hacerme más fuerte, más responsable, más generosa y, sobre todo, espero ser capaz de ayudar a todos aquellos que tengan dudas, porque como monitora voy a estar para todos en cualquier momento que lo necesitéis, porque esa es una de mis labores: ayudar en todo aquello que pueda.

Durante todos estos años hay una persona que me ha ayudado a seguir siempre con una sonrisa y a levantarme cuando me caigo. Ahora, tengo que darle las gracias a Jesús por todo lo que me ha ayudado durante todos estos años, porque me ha llevado a estar donde estoy y porque me ha hecho ser una persona mucho más madura.

Andrea, monitora de Zaragoza

Esta es ya mi cuarta experiencia como monitora en la colonia y como siempre, especial y única. Este año estaba convencida de que sería así, no solo por la experiencia de otros años, sino porque lo necesitaba, necesitaba vivir este encuentro. Encuentro con gente que hace que tu vida se llene de vida, encuentro que te hace darte cuenta que no nadas sola a contra corriente, encuentro que se convierte en el impulso que necesitas. Por eso, si tuviera que resumir esta experiencia con una palabra sería “gracias”. Gracias por hacerme ver que estoy en el camino correcto, gracias por lo compartido, por haber tenido momento de encuentro conmigo misma, con los demás y con Dios, gracias por haber disfrutado de gente maravillosa llena de energía positiva que hacen que aprecies los pequeños detalles que tiene la vida; un abrazo, una sonrisa, un beso o incluso una simple mirada.

Es increíble cómo año tras años te das cuenta de que cada generación de jóvenes vienen pisando fuerte, que son el futuro de algo muy grande y te das cuenta como ellos te dan muchas más lecciones y testimonios que el que puedas aportar tú. Cómo un chico/a de 14-16 años puede llenarte tanto, cómo te puedes sentir tan reflejada, cómo te puedes emocionar con sus reflexiones…

Hasta el punto de convertirnos en una gran familia, una familia especial que a pesar de la distancia nos une un lazo mucho más fuerte: la fe, las ganas de compartir, ganas de vivir, ganas de luchar por cambiar el mundo desde lo pequeño y desde la sencillez, es decir, que nos une eso que llamamos el espíritu de Hoyo. Ese espíritu que no se apaga nunca, que puede tener una llama más viva o no, pero que nunca se deja que se convierta en ceniza.

Por eso, y para terminar, doy gracias a todos aquellos que con su constancia, esfuerzo y dedicación hace que sigamos sembrando este espíritu en los corazones de los demás.

Sara, monitora de Jerez

¡Qué difícil es resumir tanto vivido en tan pocas palabras! Es siempre un placer volver a casa, ha sido como revivir sentimientos de antaño. No tendría una palabra clara con la que expresar estos días que me han llenado como persona. Vuelvo a casa lleno de vida y con ganas de seguir adelante en mi día a día. Es un auténtico placer haber podido rodearme de un grandioso y auténtico grupo de chavales que me han demostrado que la fe existe y que es importante luchar por ella, un grupo de monitores que me han mostrado qué es la entrega y el compromiso y unas hermanas que se han dejado la piel en cada segundo para que esto saliera adelante. Solo decir que mil GRACIAS por todos los que habéis hecho que esto haya sido posible. LO SIENTO por si en algún momento no he llegado a estar a la altura; os pido POR FAVOR que luchéis por esto y que difundáis todo lo vivido ya que ahora es cuando empieza el verdadero Hoyo…Y como ya dijeron, no hay que querer volver a Hoyo, ¡hay que sentir la necesidad de volver!

Jose Mari, monitor de Jerez

Estos días en el campo de trabajo han sido muy especiales. Vine sin expectativas, ya que no me apetecía mucho y prefería ir a la colonia antes que al campo. Realmente, el motivo para venir era volver a ver a mis amigos que participaban en la colonia. Cuando entré en la residencia de personas con discapacidades, tenía muchísimo miedo. No paraba de mirar a todos los lados. Un señor me tomó de la mano para mostrarme cómo tocaba el piano. Fue maravilloso. Allí cantamos, bailamos, cocinamos, hicimos manualidades y escuchamos todo lo que nos contaban los “chicos”, como así llaman a los residentes. Ha sido una experiencia muy gratificante, poder compartir mi tiempo, mi fe y mi alegría con ellos. Si tengo que elegir un momento en la residencia, me quedo sin duda con el momento en que Zacarías, un hombre que va en silla de ruedas, me llevó de la mano hacia el gimnasio y agarrándose a unas barras me mostró cómo caminaba. En la finca, también lo he pasado muy bien con mis amigos. Hemos reído y compartido mucho. Estoy muy agradecida a mi grupo de campo de trabajo porque, aunque hayamos sido muy pocos, me han aportado mucho.

Alicia Parodi, Jerez de la Frontera.

La verdad es que la idea de campo de trabajo, al principio, me asustaba, ya que no sabía lo que me iba a encontrar. Era todo un reto, ya que todo era nuevo, nuevas didácticas, nuevas rutinas, nuevas experiencias… Sin embargo, me ha sorprendido. Ha sido una experiencia muy enriquecedora, sobre todo, el poder sacar una sonrisa a los chicos/as de la residencia. Me ha encantado estar allí y me llevo a muchas personas en el corazón. La gente ha sido muy simpática con nosotros. Tanto cuidadores como internos me han enseñado muchísimas cosas, sobre todo, esas ganas de vivir que tienen. Es algo que me transmite muchísima fe y esperanza por parte de ellos. Aunque venía con pocas expectativas, ha sido una de las mejores experiencias de mi vida y espero volver allí.

Lucía Cirera, Jerez de la Frontera

A pesar de ser completamente diferente a la colonia, este campo me ha aportado una gran experiencia. Ha sido increíble compartir con quien lo he compartido y estoy muy agradecido por todo. Tras el cansancio y esfuerzo, debo decir que repetiría la experiencia. El hecho de colaborar como “premonitor” en colonia, ha sido también parte esencial. Solo me queda decir gracias a todas las hermanas y monitores que lo han hecho posible.

Antonio Bernabé, Villanueva de la Serena

Sorpresa. Esta palabra lo resume todo. Compañeros, dinámicas, participantes de colonia. Actuar como premonitora… Nada pasó como yo me había imaginado en un primer momento. Desde el primer día, cambiaron mis expectativas, primeramente bajas, al enterarme de que el resto de mi grupo tampoco tenía muy claro que esperaba de esta nueva experiencia. Fue como poder compartir esa sensación de inseguridad y de incertidumbre. Conforme fue pasando el tiempo, todo comenzó a mejorar. La unión como grupo fue casi instantánea. Gracias por dejarme conoceros y por abriros a compartir de una forma tan real. Os habéis quedado con un pedacito de mi corazón. Por otra parte, el haber actuado como “premonitores” me ha ayudado a entender mucho más a los monitores, compartiendo sus agobios, y permaneciendo siempre, a pesar de todo, con una sonrisa. Ellos nos aceptaron muy bien y muy abiertamente desde el principio.

Ahora, con respecto a la residencia, para mí ha significado muchísimo el volver y que algunos de los residentes se acordaran de mí. También ha sido sensacional volver a encontrar la ilusión en sus caras y sus infinitas ganas de participar. Siempre se aprende tanto de personas con discapacidad… Solo me queda agradecer todo lo que he crecido y vivido estos días. No lo cambiaría por nada. Sin vosotros, mis “rueditas” favoritas, nada hubiera sido tan inmejorable. Os quiero mucho, chicos. Gracias por todo.

Patricia, Zaragoza

Un año más, una experiencia inolvidable. Ha sido mi segundo campo de trabajo y no lo cambio por nada. Ha sido muy distinto del anterior. Tenía muchas ganas de volver a la residencia y ver cómo estaba la gente, volver a intentar alegrarles la mañana… Pero además, este año era especial, porque además, por las tardes, se nos pedía participar como premonitores en la colonia. Esto me hacía mucha ilusión, sobre todo porque llevo un año preparándome para ser monitora en Zaragoza. A pesar de venir desilusionada por el hecho de que íbamos a ser pocos, me siento superafortunada por haber vivido esta experiencia. He podido conocer más a fondo a personas con las que apenas habíamos hablado y me llevo gente increíble en mi corazón. Respecto a las reflexiones, como siempre en Hoyo, pasan cosas increíbles. Es un sitio mágico. He conseguido sacar todo lo que necesitaba. He conseguido aclarar algunas dudas que tenía. Me he encontrado conmigo misma, algo que tanto necesitaba… Hacia los monitores, no hay palabras suficientes para expresar toda mi gratitud por haberme hecho sentir como en casa, por haberme hecho llorar de risa, por cada muestra de afecto. Gracias a todos, una vez más, por seguir alimentando mi fe, por hacerme feliz y por hacer que la huella que dejasteis la primera vez en mí, sea algo cada vez más grande.

Silvia, Zaragoza

ESTOS SON SOLO ALGUNOS DE LOS TESTIMONIOS QUE DEJA HOYO EN NUESTROS CORAZONES. NUNCA DEJÉIS DE BRILLAR PORQUE SOIS LAS ESTRELLAS QUE EL SEÑOR PUSO PARA GUIARNOS HACIA SU REINO. Damos las GRACIAS a Paqui, Ana, Laura, Demetrio, José Mari, Andrea, Sara, Bea, Alvaro, José…y a todos los que nos habéis acompañado en estos maravillosos días y que habéis contribuido a que la magia de Hoyo renazca.

Ismael, Pamplona