La vida es el arte del encuentro

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La vida es el arte del encuentro. Una frase que iluminó y acompañó la alegría y vitalidad de los jóvenes, en la finca de Hoyo de Manzanares, durante el pasado mes de julio.

La colonia de verano, para chicos y chicas de entre 14 y 16 años, tuvo lugar del 7 al 16 de julio. Con la ayuda de este lema, participantes y monitores, hicimos un recorrido por diferentes disciplinas artísticas:

la pintura, la literatura, la escultura, la música, la danza, el cine y la arquitectura. El objetivo era que «las distintas artes» nos permitieran profundizar en valores humanos y cristianos, que nos ayudaran a crecer en un arte muy especial: EL ARTE DEL ENCUENTRO. ¿Enrevesado? Vamos paso a paso.

Dedicamos el primer día a la pintura. Y como «grandes pintores», las actividades de la mañana estuvieron orientadas a reflexionar sobre la enorme importancia de la «imagen» en nuestro mundo y en nuestra vida cotidiana: la imagen que damos, la que queremos dar, las imágenes que rechazamos, las que nos influyen y nos llenan de prejuicios, aun sin darnos cuenta… La tarde tenía un tono más lúdico. Y siendo pintores… ¡podemos jugar a pintarnos unos a otros! O hacer una reinterpretación de algunos cuadros famosos, como «La gallina ciega de Goya». El primer y último momento de cada jornada siempre era especiales, más tranquilos y sosegados, dedicados a Dios, el Gran-Artista, Creador del mundo y de la vida, Inspirador de todo lo bueno y lo bello. Contemplamos a ese Jesús, que pasó haciendo el bien, libre ante las apariencias, libre para acercarse a personas de no muy buen aspecto, pero necesitadas de sonrisa y calor.

Así, más o menos, fue el esquema de cada día. Por las mañanas, una amplia reflexión sobre valores humanos y cristianos que, gracias a que los chicos y chicas se mostraron muy participativos, se prolongaron más de lo que teníamos previsto. Por las tardes, juegos, talleres, aire libre y movimiento. Por la noche, tras una alegre y ocurrente velada, un ratito para estar ante el Maestro y para recoger la experiencia vivida.

El segundo día estuvo dedicado a la literatura. Y hablando de palabras y poemas, reconocimos a quien es la PALABRA de Dios y lo mucho que tiene que decir en nuestra vida. Descubrimos en las parábolas evangélicas el sabor de lo auténtico, lo constructivo, lo que recrea la vida, tanto en aquel contexto del siglo I, como también en el nuestro.

El tercero fue el día de la escultura, y como el gran Miguel Ángel utilizó su cincel para quitar el mármol que sobraba y dejar a la vista el hermoso «David» que habitaba en el interior de la piedra, también nosotros nos pusimos a la tarea de mirar más allá para reconocer el fascinante paisaje de la interioridad, de la unidad que somos de cuerpo, mente y espíritu. Jesús, que también esculpió la madera, se nos presentó en la contemplación de Nazaret, esculpiendo nuestra persona.

En los días siguientes, la música nos ayudó a hablar de emociones, registros tan ricos y diversos, que componen una melodía en la que todos somos instrumentos imprescindibles. A través de la danza, agradecimos las posibilidades de expresión corporal, y en el día del cine, varios vídeos nos ayudaron a reflexionar sobre la realidad social.

Por último, la arquitectura sirvió de marco para una mañana de «desierto». Era el momento de que cada uno pudiera preguntarse: «¿Qué me sostiene?». A menudo la experiencia de silencio, impone.

Pero es el momento de las grandes revelaciones. Un tiempo de oro, que no suele repetirse con tanta intensidad en la vida cotidiana, y que permite aflorar… ¡tantas cosas!

Agradecemos de corazón estos días. Valoramos muy positivamente el trabajo conjunto de monitores y hermanas, compartiendo el deseo de que los chicos vivieran unos días especiales en clave de «ENCUENTRO» con ellos mismos, con los otros, con Dios. Como monitores participaron Beatriz Andrés, Raquel Lucea y Álvaro Morlanes, de Zaragoza, y Marcos Amador y María Meseguer, de Jerez de la Frontera. Agradecemos el servicio de Hna. Carmen Hernández y Mª Carmen Pascual, laica de Talleres, por los muchos detalles y por su permanente atención a cómo estaban las cosas en la cocina. Gracias también a las madres de los jóvenes, Rosa de Zagra y Conchi de Vilanueva, que acompañaron a los chicos en los viajes a la finca.
Por último, agradecemos la acogida de la Parroquia de Hoyo. Tanto en esta actividad como en el campo de trabajo, participamos en la Eucaristía dominical y nos permitieron animar con nuestros cantos la celebración. Al salir, siempre hay alguien que nos pregunta, que se interesa por lo que estamos haciendo, que felicita a los chicos y les anima a seguir adelante.

Y ahora, demos la palabra a los chicos:

Hola «hoyanos» y «hoyanas»: En esta ocasión, no vengo a contaros ningún secreto. Más bien, os voy a contar una historia, mi historia. Cuando yo llegué por primera vez aquí, era solo uno más que, en verdad, solo venía a pasarlo bien con sus amigos y a conocer gente nueva. Pero, poco a poco, fui descubriendo que Hoyo era más que eso, que era una forma nueva de ver la vida. He conocido a mucha gente, muchísima gente a la que echaré de menos. Desde que descubrí lo que realmente significaba todo lo que vivimos aquí, participar en Hoyo, es como volver a casa. Tengo amigos que nunca olvidaré. Quiero daros las gracias a todos, uno por uno. Porque aunque penséis que no, todos hacéis que esta colonia sea especial. Como persona que ha vivido aquí tantas cosas hermosas os pido: aprovechad el tiempo y, sobre todo, valorad a las personas. Sí, algún día volveré. Pero mientras tanto, me gustaría saber que todo el que venga a Hoyo viva, disfrute y se vaya queriendo volver. Hoyo siempre será «mi casa».

Antonio Bernabé de Villanueva

¿Cómo empezar? ¿Qué decir? Para mí, Hoyo ha sido una gran experiencia. Ha puesto en mi vida a grandes personas que, a pesar de los kilómetros de distancia que nos separan, están presentes cada día. Hoyo es algo inolvidable que te da la posibilidad de conocer personas y conocerte más y mejor a ti y a Dios. Ha sido uno de los mejores momentos de todo el año y uno de los más esperados, ahora solo queda preparar la próxima vez, en que Hoyo nos vuelva a juntar.

Jara, Zaragoza

Este ya era mi segundo año de colonia y aunque no era la primera vez que iba, estaba un poco nerviosa, ya que iba a volver a ver a todas esas personas que tenía tantas ganas de ver, que hacía tanto que no veía. Lo que más me gusta de Hoyo es que me da una gran oportunidad para conocerme mejor y conocer a gente nueva e increíble y también de volver a encontrarme con otra mucha gente que no cambiaría por nada. Me lo he pasado genial y he disfrutado al máximo y tengo unas ganas enormes de que sea Pascua para poder volver. ¡Ánimo a todas aquellas personas que tengan la oportunidad de ir, que la aprovechen! porque es una experiencia increíble que no sé ni explicar.

Celia, Zaragoza

Para mí estos diez días han sido más que un campamento, han sido una experiencia que nunca en la vida voy a poder olvidar. No puedo comprender como diez días unen tanto a casi cuarenta personas, convirtiéndolas en una familia. Lo mejor es la magia de esa casa, porque sales por su puerta y nada más salir ya tienes demasiadas ganas de volver a entrar y pasar nuevamente todos los momentos y rememorar los recuerdos que hay en cada una de sus esquinas.

Cristina, Zaragoza

Esta ya es mi segunda colonia y ha sido una experiencia magnífica que repetiría mil veces más. Gracias a Hoyo ahora tengo amistades que sé que son de verdad y que van a estar ahí para siempre, ya estén en mi misma ciudad o a muchísimos kilómetros de distancia. La palabra «Hoyo», para quienes lo hemos vivido, es mucho más que una palabra, significa risa, reencuentro, amistad, disfrutar y una larga lista de cosas. Desde luego puedo decir con certeza que gracias a estas colonias soy una mejor persona y continuaré yendo muchos más años.

Lucía, Zaragoza

Hoyo ha sido para mí una experiencia increíble. Él año pasado ya me marco mucho pero este año ha sido mejor. He hecho nuevas amistades he reforzado las que ya tenía y sobretodo también me ha ayudado a reflexionar sobre mí misma. Hoyo siempre será VIDA.

Sara, Zaragoza

En estos días he vuelto a ver a amigos y he conocido a muchas personas importantes para mí. Esto no es solo un campamento, esto es una gran familia en la que nos ayudamos unos a otros, donde nos conocemos a nosotros mismos y reflexionamos sobre diferentes temas como la amistad, la imagen, la realidad social…. En estos dos años me lo he pasado muy bien y espero ir al año que viene.

Sandra, Zaragoza

En estas convivencias he descubierto unos hermanos que son de muy distintos lugares, pero a todos nos une un mismo concepto: el amor al prójimo que nos enseñó Jesús. Estas convivencias han sido para mí el comienzo de una nueva experiencia espiritual. Han sido increíbles las actividades, los monitores, el ambiente etc… Lo repetiría todas las semanas de mi vida.

Ismael, Pamplona

La experiencia de esta colonia ha sido increíble. Hemos conectado con nosotros mismos, con los demás y con Dios. Hemos profundizado para conocernos más y hemos recapacitado sobre nuestra relación con Dios. Las dinámicas han sido muy entretenidas y completas y las oraciones nos han permitido encontrarnos con Jesús. Una vez más, esta colonia nos ha unido a todos, a pesar de proceder de lugares diferentes o incluso viniendo del mismo lugar. Ha sido una experiencia inolvidable que guardaremos con mucho cariño.

Miriam, Jerez.

Mi experiencia, este año, como monitora en el campamento, ha sido mágica. He vivido cosas con los chavales que me han servido para reflexionar yo misma. He vivido momentos en los que los chavales han confiado en mí y creo que he podido ayudarles. Me contaban sus experiencias o me pedían consejos para poder solucionar cosas de casa o de su vida. Me he sentido muy realizada cómo monitora y estoy orgullosa de cómo lo he hecho. Es un sentimiento muy bonito para el que te estás preparando toda tu vida y sientes que aún no lo estás del todo, pero yo, en mi caso, he sentido cómo Dios me ha dado fuerza para hacer lo que he hecho. Me he sentido orgullosa de la respuesta que he tenido por parte de los chavales, que me siguen hablando y contándome sus cosas. He pasado de participante a monitora en un solo año y es un cambio bastante grande y que cuesta mucho, pero le he puesto muchas ganas y creo que ha salido genial. Siempre he contado con el apoyo de los demás monitores de la colonia, que han confiado en mí y me han resuelto cada duda que he tenido.

María Messeguer, monitora, Jerez