Gratitud

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Quiero empezar estas líneas expresando mi gratitud a Dios-Comunión, Dios-Amor, Dios que me ama mucho. Estoy muy agradecida con la Congregación, con cada una de las hermanas y con la Iglesia, porque me han acogido para formar parte de esta gran familia. He venido con total confianza, libertad, sencillez y humildad, preparando mi corazón y reconociendo, al mismo tiempo, mi fragilidad y mis limitaciones humanas para este gran momento de mi «Sí» definitivo a Cristo Obrero de Nazaret. Poniendo toda mi confianza y fidelidad en la bondad de mi Buen Padre Dios y de San José…

Estoy convencida de que este nuevo camino es para mí una nueva aventura y un abandono total de mi persona a Dios. He querido responder con el mismo amor porque he vivido y he experimentado a Dios en mis largos años de proceso de identificación con Cristo Obrero, y me he convencido a mí misma que esta vida me plenifica y me completa. Por esta razón decidí con toda libertad dar a Dios lo que es suyo, porque estoy segura de su amor y sé que Él me va a sostener en cada momento, como lo ha venido haciendo conmigo, y lo seguirá haciendo durante toda mi vida. Confío en Él, estoy en las manos de mi Creador y Señor.

Mi agradecimiento, también, a cada una de las hermanas que me acompañaron en cada etapa de mi proceso vocacional, a los sacerdotes que han sido mis directores y guías espirituales, a mi familia por su apoyo constante en mi vida, y a todas las personas que forman parte de mi historia personal, familiar y congregacional, de todo corazón les doy las gracias. Dios le conceda a cada uno la gracia que más necesita.

Llegado ya el momento y el día más deseado y esperado, el 14 de noviembre, convencida de que Dios es la razón última de mi existir, le digo a Jesús Obrero de Nazaret que «Sí acepto su VIDA Y SU PROYECTO DE AMOR», porque de esta forma quiero colaborar en la construcción de su Reino, poniendo mi grano de arena en el mundo obrero.

Con esta intención y confianza, mediante la monición de entrada, se invitó a iniciar la Eucaristía, que fue presidida por el padre José Luis Mejía Gonzáles, misionero comboniano del Corazón de Jesús, que me ayudó a descubrir mi vocación cuando estaba en Usila, Oaxaca.

Vinieron algunas hermanas de la comunidad Pedro María Anaya y las cuatro hermanas de la comunidad Hogar Vicentino, el coordinador del Instituto Salesiano donde estoy estudiando, la familia que canta, y, por supuesto, mis hermanas de mi comunidad: Mª Rosario Rodríguez, Superiora, Mª del Carmen Ávila y Mª Patricia Ornelas. Nos sentíamos muy acompañadas por toda la Familia Josefina y por la Congregación; también muy acompañada por mi familia, ya que desde mi pueblo se sumó con una celebración de la Palabra, presidida por Félix Manuel,  diácono permanente de la Parroquia de Usila. A esta celebración asistió toda la gente de mi pueblo. Mientras, mi comunidad, las hermanas de las dos comunidades ya mencionadas y yo misma celebrábamos con mucha alegría mi entrega definitiva al Señor.

La homilía del padre fue muy al fondo en cuanto al tema del seguimiento de Jesús que nos llama a todos y nos invita a responderle con libertad.

Después de la Eucaristía compartimos una pequeña comida con los que estábamos presentes. El padre estuvo con nosotras muy feliz, contándonos anécdotas y experiencias de cuando trabajaba con las Hijas de San José en Usila. ¡Qué más puedo yo pedir a Dios si todo me lo dio para mi felicidad! Por eso le doy gracias de todo corazón.

He querido que mi Profesión Perpetua fuera celebrada de esta forma sencilla por la situación en que estamos viviendo toda la humanidad por el COVID 19. Porque me he dado cuenta y he visto que muchos de mis hermanos están pasando momentos duros y difíciles. Por esto quiero aportar mi pequeña luz y compartir mi vida con ellos y con la humanidad que sufre la pandemia, dando mi «Sí» a Dios y acompañándolos con mi humilde oración. Por hoy digo a Jesús Obrero de Nazaret: sólo contigo podré encontrar nuevas formas de avanzar, porque mi vida sin ti no es vida y contigo soy la que soy, contando contigo puedo servir a mis hermanos con sencillez, gozo, amor y alegría en lo cotidiano. Mis hermanos me necesitan y con tu Espíritu puedo hacerles saber que Tú estás con ellos en lo cotidiano. Esta es mi esperanza, hacer juntos la historia hasta que se convierta en historia de salvación.

Este es el mejor regalo que Dios me ha dado por medio de la Congregación, de todas las hermanas y las personas que me acompañaron en este momento importante de mi vida. Por eso, Señor, juntos hacemos historia, juntos construimos tu Reino en el mundo obrero. Todos unidos en el Taller de Nazaret, en lo cotidiano y en lo sencillo para hacer crecer esta pequeña semilla de Nazaret. Hacer creíble el Reino.

Con cariño,

Hna. Salustia

Comunidad de Calasanz (Guadalajara – México)

 


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