Una Familia que crece en MISIÓN

0 Comentario
1664 Vistas

Continuando con nuestro compromiso de llevar la buena noticia de Jesús, les compartimos las experiencias, de jóvenes y no tan jóvenes, en la MISION FONTANA 2020. Para los que participa- mos fue realmente un regalo grande de Dios que sigue saliendo a nuestro encuentro y nos sigue dando la oportunidad de descubrirlo, mirarlo y tocarlo en los más pequeños. Lean con atención los testimonios, son realmente profundos y conmovedores. GRACIAS al esfuerzo de las tres comunidades, Fontana, Itá y Burzaco, por seguir animando este fuego que nos quema dentro y nos lleva a compartirlo con los demás.

TESTIMONIOS

En enero de este año (2020), viajamos a Fontana, Chaco argentino, a la misión que venimos realizando desde el año pasado. Viajamos un buen grupo de jóvenes, adultos, familias, con Hna. Felipa. Sentíamos muchas ganas de servir y conocer nuevas personas, nuevas experiencias y nuevas aventuras.

Empezamos la misión el 4 de enero, en las comunidades de San Francisco (Balastro) y San Pablo, donde nos recibieron muy bien al enterarse de que algunos éramos paraguayos. Fue muy lindo escuchar testimonios y vivencias de las familias de cada hogar. También encontrarse con compatriotas y hablar en el idioma que nos caracteriza, el «guaraní». Fue muy conmovedor y nostálgico estar con esas familias paraguayas.

Durante la misión fuimos conociendo más personas, familias, niños… con los cuales tuvimos oportunidad de compartir, jugar, saltar, cantar, bailar. En gran parte, estos niños son carenciados, de escasos recursos, participan en los comedores de sus respectivas comunidades y prácticamente crecen solos, una triste realidad que nos preocupa.

Conocimos,
en los días de misión, a nuestros compañeros de camino Nazaret de Argentina,
gente muy dispuesta al servicio, personalidades diferentes, con quienes
fortalecimos lazos y creamos lindas amistades.

La
experiencia me ha ayudado a valorar lo que tengo, a pensar de forma distinta, a
saber ser empático y tolerante, a fortalecer lazos, crear amistades, fortalecer
hermandades… En pocos días aprendimos el valor de la vida, de cada persona,
de cada familia…

Fueron, en definitiva,
experiencias inolvidables entre paraguayos y argentinos unidos por un bien
común: trabajo, misión y amor para un
mundo mejor
.

Concluimos
la misión el 11 de enero, llevando cada uno en nuestros corazones a esas perso-
nas, a esas familias, a esos niños, guardando ese testimonio y la felicidad de
ser nazarenos, de ser misioneros.

Nicolás Aguilera – Itá

Comienzo
diciendo: gracias, P. Butiñá, por regalarnos esta maravillosa familia, por
crear el vínculo más hermoso que existe, por poder sentirnos parte de esta
Familia Josefina, de esta misión.

¡Puedo recordar tantas cosas lindas…! Una de las que resuena en mi corazón es la frase “Somos Misión”, día a día y durante todo el año, no sólo en el lugar o en la casa que visitamos en Fontana, sino también en el lugar donde me toca estar, ya sea en la Parroquia donde sirvo o en mi casa. Soy misión cuando voy caminando por la calle, soy misión cuando estoy haciendo bien las cosas. Por el simple hecho de estar en escucha soy misión, y de mu- chas otras formas.

Lo vivido en el barrio San Pablo, la zona que a mí me tocó visitar y estar, ha sido maravilloso. El compartir con la gente, que nos abran la puerta de sus casas y nos digan, con razón, “hablas raro», son cosas que no cambiaría por nada. Escuchar cada palabra, que te lo cuenten con tanta confianza, es una de las cosas más satisfactorias que hay.

Cuento una pequeña anécdota ocurrida en una de las casas que nos tocó misionar, si mal no recuerdo, el 7 de enero. Cuando llegamos nos recibió una señora que vivía sola y hablando con ella nos dijo que su cumpleaños era ese jueves, que estábamos invitados y que nos espe- raba en cualquier horario del día para compartir con ella. Te produce tanta felicidad que alguien que, posiblemente, nunca más vayas a ver, te quiera tener, en un día tan importan- te, en su casa. Cuando fuimos, fue una de las mejores sensaciones que te pueda regalar una experiencia así: era fiesta, estaban sus amigos y familiares y nosotros nos sentíamos unos más de ellos. Así vivimos días muy intensos en la misión, intensos de emociones, de escucha y de ponerse en el lugar del otro.

Compartir en el Hogar P. Butiñá me hace recordar a aquel encuentro de animadores en Burzaco, donde viendo la casita de Nazaret que está en el fondo del colegio San José, te sen- tías como en casa. Es la primera vez que voy a Fontana y fue una experiencia única el compartir allá con todos los misioneros. Me traigo muchas cosas (risas, alegrías, anécdotas, tam- bién lágrimas que expresan miles de emociones) y no me puedo olvidar de las queridas her- manas. Cada una de ellas nos mostraron el amor que le tienen a su vocación como josefinas. Te fortalece mucho saber que hay personas tan maravillosas como ellas.

En el
fogón final, cuando se estaban haciendo las diferentes actividades, me puse a
pensar en algo que escuchamos mucho en el retiro que solemos hacer, el de los
Ejercicios Espirituales, mi Principio y Fundamento, de dónde vengo y para dónde
voy.

Hace
algunos años no me imaginaba lo que hoy estoy viviendo al ser parte de la
Familia Josefina, hasta dónde me ha llevado el seguir a Jesús, porque ir a una
misión, a veces o mu- chas veces, no es fácil, pero la recompensa y la
satisfacción son enormes.

La palabra que expresa todas las emociones se resume en
que fui y soy muy feliz y me siento muy AGRADECIDA con esta gran experiencia de
misionar.

Gracias,
Fontana, por ser tan buenos anfitriones. Gracias, Butiñá, por dejarnos tan
hermosa Familia. Gracias a tu lucha, hoy, tus sueños siguen siendo realidades,
no solo en los Talleres sino también en las casas donde un nazareno llega.

Gracias, San José, por enseñarnos a no ser protagonistas y que el centro de todo siempre es el Padre Amado. Gracias, Jesús, por mostrarnos una manera tan maravillosa de vivir en Nazaret día a día, y que el lugar donde estemos debemos hacerlo Nazaret. Gracias, María, por acompañarnos en el día a día y protegernos con tu manto celestial.

¡CON JESÚS TENEMOS CUERDA PARA RATO! ¡SOMOS MISIÓN! ¡SOY MISIÓN!

Lourdes Topacio – animadora de
Itá

Una vez más, una nueva experiencia de encuentro en familia y en servicio para misionar  en Fontana. El HOGAR P. BUTIÑÁ fue el punto de encuentro. Fue una maravillosa experiencia de Jesús de Nazaret la que nos convocó. Aquí estamos para servir.

Hace unos años que formo parte de la Familia Josefina, pero esta es la primera vez que voy a misionar al Chaco argentino. La verdad es que fue una experiencia increíble. Me impresionaron mucho los lugares donde fuimos y en los que vi mucha necesidad espiritual y material. Encontré personas que solo quieren que, por lo menos, les escuchemos. Vi niños faltos de cuidado en todos los sentidos. Seguro que no vamos a dar solución a tantas necesidades, pero les llevamos el aliento, seguridad de que no están solos, porque un Dios amoroso los espera, solo tienen que buscarlo.

A mí, personalmente,
la misión me sirvió para ver cuánto me ama Dios, porque tuve la ocasión de
darme cuenta de lo mucho que me da. Si tuviera otra ocasión volvería a ir ahí.
Tuve la oportunidad de aprender lo mucho que tengo que agradecer a Dios todos
los  días.

Marta
Zorrilla – Talleres de Itá

¡Hola Familia Josefina! Soy Arnaldo del Valle y quiero manifestar mi acción de gracias por tanto bien recibido, por el encuentro con los compañeros del año pasado, por formar par- te de esta Familia de Nazaret, por todos los lindos momentos compartidos, por tantos momentos vividos en grupo, por el tereré, la escucha, el jugar, cantar, orar juntos…

También quiero comunicarles mi sentimiento de alegría y de tristeza por las realidades de tantos niños que pasan necesidad material, falta de lo necesario para vivir… Un desafío grande es dar respuesta a esas realidades, a través del acompañamiento por parte de los que quedaron en Fontana, y por nuestra parte regresar y compartir con ellos con gran amor y entrega los días que misionamos.
Regresé con ganas de vivir el 2020, con ánimo alegre y confiado, poniendo de mi parte en la preparación para el trabajo misionero que en el futuro nos toque.

Disfruté cada momento compartido con la
gente que visitamos y con mis compañeros mi- sioneros, un grupo que se va
consolidando con dos años de experiencia. Dios
no convoca, seamos generosos y disponibles para servir.

Arnaldo del Valle – animador de Itá

Querida Familia,
esta experiencia ha sido muy buena para mí. El visitar a las familias de San
Pablo en esta misión. Conocer las realidades de los niños, nos ha tocado el
corazón para ser más agradecidos con lo que tenemos y para darnos cuenta de que
Nazaret es presencia del amor de Dios en las vidas de tantos hermanos
necesitados, y para seguir apostando por la Familia Josefina con un mayor
compromiso en el servicio encomendado. ¡Qué
bueno ser FAMILIA Josefina, trabajar unidos y servir más y mejor!

Arnaldo Romero – YOHANA- Itá

Fue una experiencia
distinta pues visitamos dos barrios SAN PABLO y SAN FRANCISCO, donde JESÚS nos salió al paso y caminó con
nosotros
. Las necesidades son muchas a nivel básico. Muchas más a nivel
formación. Y desde “ya” nos seguiremos preparando para la mi- sión del 2021.
¡Lo que Tú quieras, yo lo amo!

Hna. Felipa Fernández y Equipo misionero de Itá

Personalmente la misión me pareció algo increíble, la repetiría una y otra vez sin parar ni pen- sarlo. No tengo queja alguna, desde el minuto uno me trataron genial y sentí una unidad única entre las comunidades. Convivir parecía ser la parte más complicada pero fue todo lo contra- rio: me traje y llevo en mi corazón todas las personas que tuve la suerte de conocer. Tam- bién me llevo cada palabra que nos dijeron to- das las personas que visitamos, cada sonrisa y cada «espero verlos el año que viene», que me dijeron los chicos de San Pablo. Me llenó el al- ma poder contribuir en esto… Nunca me voy a arrepentir de haber elegido seguir el camino de Jesús porque es lo que me hace más feliz. Nazaret es mi cable a tierra que no voy a cortar jamás.

Micaela
Aguirre – animadora de Burzaco

Mi experiencia en el
Chaco fue increíble, mucho mejor que el año pasado, sentí más lo que es vivir
en misión y sentí más la conexión con el lugar, las demás comunidades y la
gente a la que intentábamos ayudar.

La hermandad entre
las familias se estableció más, logrando que en el último día, varias lá-
grimas se escaparan de los ojos misioneros y no solo eso, también, durante el
período «viviendo» en el Hogar Padre Butiñá, no se escuchó ninguna
pelea, si se presentaba alguna situación, se hablaba y se resolvía en conjunto,
nunca acusando a alguien o poniendo toda la responsabilidad sobre uno.

Fue lindo volver a
ver el barrio San Pablo una vez más y poder seguir ayudando allí, poder seguir
continuando la misión, ya empezada el año pasado.

El sentirme útil y
capaz de sacarles una sonrisa a los chicos me endulzó el alma y espero, el año
que viene seguir viendo a esos pequeños y poder seguir jugando con ellos. No
solo me llevo la sonrisa de ellos, también la de mis compañeros y nuevos
amigos.

Sinceramente, al principio, no tenía muchas ganas de ir, tenía miedo de extrañar o de pasarla mal, pero una vez sentada en el micro, mi opinión cambio, estaba emocionada de poder intentar cambiar al mundo con estos pequeños gestos y me alegra no haberme arrepentido.

Una de las inscripciones de nuestras camisetas dice: «mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar al mundo» y yo creo que tiene razón, ya que ahí estamos nosotros, los de Nazaret, en un lugar muy lejos de nuestra casa intentando cambiar la vida de varias personas, para que Dios las ilumine. Estoy muy orgullosa de ponerme esa camiseta, la camiseta del equipo de Nazaret, la camiseta de Jesús. Estoy muy or- gullosa de lo que hago y de las personas que me acompañan en el camino. Mi único deseo, es poder estar ahí el año que viene, para seguir ayudando, para seguir trabajando, junto a los mejores compañeros que Dios pudo haberme dado.

Este es el segundo año misionando junto a las Comunidades de Fontana (Chaco) e Itá (Paraguay). Destaco la ardua tarea de organización de los equipos encargados para que la experiencia de este año sea muchísimo mejor que la anterior, porque así fue. Compartir tantos días junto a las comunidades y los vecinos de Fontana nos enriqueció de momentos muy emotivos, de alegría, reflexión, fe, empatía, trabajo en equipo y sentimiento de fami- lia, porque eso somos, una familia y me alegra saber que crece año tras año. Los momentos vividos nos dejan enseñanzas, tanto por aprender. Nos hacen reflexionar sobre lo que so- mos, lo que nos falta y lo que no es tan necesario. Nos ayudan a valorar las cosas que tene- mos, nos hacen ver la realidad de barrios que reflejan la situación de muchos otros en el país y en el mundo, que necesitan de nosotros y nosotros de ellos. A veces es mucho más lo que recibimos que lo que damos, es enriquecedor y motiva a seguir en este compromiso, ya en camino hacia el tercer año de misión. Gracias por esta experiencia.

Paula Luquez – YoHaNa Burzaco Abril Kovalchuk – animadora Burzaco