Año josefino, 1911
En el año 1911, se publica el libro titulado “Año josefino”. Como anuncia el editor, Federico Pustet, en la primera página, se trata de unas consideraciones sobre San José, recopiladas de varios autores y distribuidas para todos los días del año.
Si aquí hacemos referencia a dicha obra, es porque en las páginas de este librito, en varias ocasiones, el editor cita al P.Butiñá.
Nos parece importante que, varios años después de su muerte, el P. Butiñá siguiera siendo una autoridad en cuanto al estudio de la figura de San José. Sin duda, el esfuerzo que había hecho durante toda su vida, de acercar la figura de San José a los trabajadores y procurar extender la devoción al Santo Patriarca, seguía dando frutos.
En este espacio, transcribiremos algunos párrafos del P. Butiñá que el editor del Año Josefino recoge en esta obra. Es un modo de dejar constancia del impacto histórico y teológico de la obra escrita del P. Butiñá.
Escribe el P. Butiñá: “Y ¿quién no admira a San José puesto siempre al lado de María en los diferentes lugares del Evangelio? Si registramos las veces que las sagradas Escrituras nombran al Santo Patriarca y a la Santísima Virgen mientras vivieron juntos en la tierra, hallaremos que los nombres de María y de José son como dos cuerdas armónicas de las que no puede vibrar la una sin resonar la otra” (Año Josefino, pág. 8)
Dice el P. Butiñá: “Si el orgullo nos lleva tras las alabanzas mundanas, José las huía con empeño; si el orgullo detesta las injurias y desprecios, José los recibía con amor y agradecimiento; si el orgullo nos incita a gloriarnos de dones que no son nuestros, San José los ocultaba bajo el velo de una vida escondida; si el orgullo nos empuja en pos de novedades vanas, José se gozaba en la modestia y en el retiro; si el orgullo enseña a encubrir vicios reales con el manto de virtudes aparentes, José entregándose a virtudes sólidas, no deseaba otro testigo que a Dios; si el orgullo engendra envidia y desobediencia, José se gozaba en la sumisión y en la prosperidad del prójimo” (Año Josefino, pág. 40).
Dice el P.Butiñá: “En todos tiempos desde Jesucristo, nuestro Bien, hasta nuestros días el glorioso nombre del justísimo Patriarca San José fue por todos tenido en gran estima y veneración; mas no en todos tiempos se tributó al Padre virginal de Jesús un culto tan magnífico y esplendente, como a su gloria y santidad correspondía” (Año Josefino, pág. 49).
El P. Butiñá, hablando de las imágenes de Niño Jesús con María y José, hallados en los sepulcros de las catacumbas de Roma, describe de ellas y dice: “Por los años 1849 descubrióse en el fondo de una cripta un fresco, que es una de las más bellas pinturas de aquellos subterráneos, y representa magistralmente el hallazgo del Niño Jesús disputado con los doctores de la ley. A la derecha del Niño Dios están San José y la Virgen, como extáticos, por la alegría de haber hallado prenda tan querida de sus corazones. ¿Cómo es, pues, admisible que teniendo aquellos primeros y fervorosos fieles continuamente ante sus ojos en tan expresivos cuadros a nuestro angelical Patriarca, como a uno de los principales actores de tan dulces misterios, no sintieran en sus almas filial cariño y tierna devoción para con el amantísimo Sostén de Jesucristo?” (Año josefino, pág. 52)