Donde Jesús nos comparte la fiesta, la amistad y el sentido de su vida.

Donde Jesús vive una pasión tan dolorosa como la física: la pasión del corazón.

Donde Jesús muere, fuera de la ciudad. En su rostro desfigurado manifiesta el amor inmenso de Dios, que no se detiene ante nada.

Acompaña a María en su camino de dolor.

Resucitó de veras mi amor y mi esperanza.