El cenáculo

Me recibo continuamente de tus manos. Esa es mi verdad y mi alegría. Tus ojos me miran constantemente y yo vivo de tu mirada. Mi creador y mi salvador, enséñame en el silencio de tu presencia a captar el misterio que yo soy. Y que soy por Ti, ante Ti y para Ti.

Romano Guardini

Ambientarse en este día de Jueves Santo es situarse ante una historia de amor, es sentirte querido o querida de manera sorprendente por Alguien muy especial. Por eso, antes de nada, conviene dedicar unos minutos a pedir la gracia de reconocer cómo y cuánto hemos sido y somos amados.

PALABRA DE DIOS

El primer día de la fiesta de los Panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la Pascua, sus discípulos le preguntaron:
– ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la Pascua? Y envió a dos de sus discípulos diciéndoles:
– Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y donde entre decid al señor de la casa: “El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la Pascua con mis discípulos?”. Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto. Haced allí los preparativos para nosotros.
Fueron sus discípulos, entraron en la ciudad, hallaron lo que les había dicho y prepararon la Pascua.
Cuando llegó la noche vino él con los doce.

Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y les dio, diciendo:
-Tomad, esto es mi cuerpo. Después tomó la copa y, habiendo dado gracias, les dio y bebieron de ella todos. Y les dijo:
-Esto es mi sangre, sangre de la nueva Alianza, que por muchos es derramada. En verdad os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios

Mc 14, 12-17.22-25

Entra en la escena… 

Jesús se reúne con sus amigos en el contexto de una fiesta. Van a celebrar juntos una de las más hermosas y significativas fiestas de la tradición judía: la Pascua. Pero sabe que posiblemente sea la última vez. Le buscan para matarle. ¿Cuánto tiempo le queda? Esta cena tiene sabor a despedida, por lo que no hay tiempo que perder. Necesita compartir con sus amigos cuál ha sido la pasión de su vida y cómo le gustaría que entendieran su muerte.

Él, que era un gran contador de parábolas, de historias sencillas y cotidianas que llegaban al corazón de la gente, buscó entre las mismas cosas sencillas y cotidianas algo que le ayudara a expresarse y dejar claro el testamento espiritual que deseaba entregar a sus amigos.

Tomó un poco de pan y lo repartió… Porque en eso consiste la vida: ser una presencia nutritiva para otros, partirse y repartirse por el bien de todos, gratis, con la humildad y la nobleza del pan.

Tomó una copa de vino y la pasó entre sus amigos… Porque, a pesar del peligro, quería seguir brindando por el Dios de la Alianza, el Dios del consuelo y la esperanza para todos.

Contempla…

  • Imagínate, como uno más entre los discípulos…
  • Mira el gesto de Jesús. Escucha sus palabras
  • Saborea el pan que Él mismo te entrega…
  • Siente cómo su presencia te alimenta profundamente…
  • Considera que tu vida es pan y vino para otros…

Entra en diálogo con el Señor…

Estás en medio nuestro como un gran amigo.
Sostienes nuestras voces con tu voz silenciosa.
Es hermoso tenerte tan cerca en este instante
de oración y alegría que nos une a tu lado.

Lávanos bien el alma de egoísmo, Señor,
en tanto te rezamos con las manos unidas.
Haz que esta plegaria nos haga
más hermanos de verdad desde ahora.

Estás en medio nuestro sembrándonos tu vida,
tu reciente y eterna ternura transparente.
Todo cuanto ahora mismo cantamos todos juntos
es una lenta súplica de amor y de querencia.

Basta, Señor, de un mundo que se cierra a tu altura.
De unos hombres que sólo se miran con recelo.
De esta lágrima inmensa que es la tierra
en que vamos medio viviendo aprisa
sin mirarte a los ojos.

Valentín Arteaga