PANDEMIA, ¿UN TIEMPO PARA LA ESPERANZA ACTIVA?
Autora: Emma Martínez Ocaña. Publicado en «Alandar», abril 2020.
Sin pretensión de aportar nada nuevo a las muchas y ricas reflexiones que unas personas y otras nos están haciendo llegar, quiero poner por escrito, primero para aclararme y expresarme yo y después compartirlo por si a alguien le sirve.
Primero quiero expresar mi cercanía y deseo de acogida, desde el corazón, del dolor innombrable por su hondura y magnitud, de tantas personas en nuestro país y en el mundo que en estos momentos sufren tantas pérdidas, duelos sin poder hacer acompañadas, soledad y desfondamiento de tantas que no tienen casa donde refugiarse, comida, abrigo, afectos.
Experimento un profundo dolor que quiero dejar sentir sin paliativos, que me conmueva las entrañas y movilice mi persona a echar una mano en lo que pueda. El otro sentimiento que me brota es la gratitud inmensa a tantos miles de personas que en todo el mundo están arriesgando sus vidas para salvar otras, ayudando, protegiendo, aliviando, cooperando… ¡Gracias mil! Me emociona la ola de solidaridad que cada día se despliega por todas partes, expresando lo mejor del ser humano, lo que de verdad nos humaniza.
Hoy quiero sin embargo expresar un deseo que: que esta profunda noche oscura, se convierta en un rayo de esperanza. Una esperanza activa que movilice los resortes más valiosos de nuestro ser.
¿Qué arriesgo a esperar, tanto para mí como para toda la humanidad?
- Que sepamos ser aprendices de la vida en esta pandemia. ¿Y si esta tragedia fuese un aviso de la “Pachamama” (como dicen los pueblos originarios andinos) que nos invita a parar nuestra loca carrera hacia la catástrofe ecológica, hacia la sexta extinción en una atroz inconsciencia? No será porque no nos lo anuncien una y otra los expertos. No parecía posible parar este caminar hacia el abismo y de pronto un pequeño virus nos para de golpe, nos confina, nos aísla, nos obliga a reducir el consumo, la producción, los viajes, los inaplazables trabajos…Sin duda que el coste humano, social, económico será inmenso, pero quizás menos trágico que la carrera suicida que llevamos. Espero que escuchemos este doloroso aviso y sepamos cambiar de rumbo, aún estamos a tiempo.
- ¿Y si este parón obligado nos ayudase a reestructurar nuestra escala de valores desvelándonos lo realmente valioso en la vida y eso nos haga mejores personas?
- ¿Y si nos sirviese para desenmascarar los pies de barro de nuestra prepotente civilización dejando al desnudo la profunda vulnerabilidad de nuestra vida, de la vida y por tanto la necesidad de cooperación, cuidado, solidaridad…sin lo que no podríamos subsistir?
- ¿Y si a partir de esta experiencia decidimos emprender el camino del decrecimiento solidario impuesto ahora por el crack mundial?
- ¿Y si nos diésemos cuenta de lo que es ser rechazados en otros países como un apestado y queriendo regresar a tu país y no puedes y eso nos abriese el corazón y presionásemos para que se favorezca una acogida solidaria de quien lo necesita?
- ¿Y si descubriésemos como discípulas asombradas de la vida que la ley primordial del universo, (que hizo posible el proceso evolutivo) es la inter-relación, inter-conexión, cooperación?
- ¿Y si esa ley primordial fuese no solo la verdad fundante del universo sino nuestra profunda verdad? ¿Qué consecuencias tendría, en nuestra humanidad, descubrirnos experiencial-mente inter-siendo, inter-dependientes, saborear que SOMOS y que creernos inde-pendientes es una fantasía de nuestra mente?
- ¿Y si la metáfora más adecuada para nombrar El Misterio Fundante fuese Relación-Amorosa?
- ¿Y si nos creyésemos de verdad lo que nos dijo Jesús de Nazaret que la vida la ganamos o a perdemos en función de hacer verdad en la historia lo que Somos en el fondo de nuestro ser, relación filial y sororal con todas las personas y con todo lo que ES?
Quizás, ya que no estábamos aprendiendo el camino verdadero de humanización y de inter-conexión este virus nos ayude a descubrirlo en medio del dolor y la oscuridad.
Quiero esperarlo y por mi parte quiero aprender estas lecciones que espero cambien mi vida. Lo mismo deseo para todas las personas.
Hoy sólo es este primer apunte seguiré queriendo aprender y compartir.
Emma Martínez Ocaña