Sábado Santo

Silencio y espera…

 
Este Sábado Santo nos encuentra en casa, solos o en familia, aunque nunca solos del todo, pues Él está con nosotros, al igual que María, que supo y sabe ser compañera de camino.
Imaginemos por un momento aquel sábado, el primer Sábado Santo: silencio, desolación, tristeza, oscuridad, y en el medio de la oscuridad, una luz, nuestra Madre, cargando en su corazón la tristeza más profunda y la esperanza más grande, porque Él lo había dicho, Él lo había prometido.

¡No teman!- les dice les dice el ángel a las mujeres. ¡No teman!- les dice Jesús cuando las encuentra. ¡No teman! -nos dice hoy a nosotros, en estos momentos en que la incertidumbre inunda nuestras vidas…

 

PALABRA DE DIOS: Mat, 28, 1-10

Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Ángel dijo a las mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán». Esto es lo que tenía que decirles».

Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él.

Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán».

 

 

INVITACIÓN A ORAR:

Alégrense, es Jesús mismo, nuestra Esperanza, el que nos anima con estas palabras, porque Él es la Resurrección y la Vida, porque la Vida ha vencido a la Muerte, y ellos y nosotros somos testigos de esto. ¡¡¡JESÚS VIVE!!! Y nos invita a comunicar esta Buena Noticia.

Hoy, en estos tiempos distintos, ¿cómo comunicamos la presencia de Dios Vivo?

Hoy, como aquel amanecer del primer día, nos toca a nosotros salir corriendo a anunciar esta Buena Nueva. Pero estos tiempos nos piden creatividad, nos piden que corramos a anunciar sin poder salir de nuestras casas… ¿Cómo vamos a correr al corazón de nuestros hermanos para anunciar que Jesús está Vivo?