Orar con los salmos

Los salmos pertenecen a la rica herencia de fe y de oración que nos ha legado Israel. En ellos se refleja su historia, que es también la nuestra, profundamente humana y religiosa. Los salmos reflejan la apasionante experiencia de un pueblo. En ellos resuenan las historia contadas por los otros libros del Antiguo Testamento, historias que podemos considerar como paradigmáticas de todas las culturas y generaciones.

El libro de los salmos contiene 150 poemas y es ideal para aprender a orar. ¿Qué lo hace tan especial? Que todos sus capítulos fueron escritos por orantes de carne y hueso, que pasaron por situaciones humanas parecidas a las que seguimos viviendo. Ellos sufrieron, escribieron y clamaron a Dios cuando tuvieron problemas de salud, depresión, pobreza, dolor, traición, violencia… Pero también le expresaron a Dios toda su gratitud, alabanza, adoración, júbilo y reconocimiento por su bondad y grandeza.

¿Cómo aprovechar esta riqueza espiritual en nuestra oración?

SUGERENCIAS PARA LA ORACIÓN

Lee despacio el salmo elegido.

Tan pronto encuentres un verso que te llama la atención, quédate ahí; no avances más.

Aprópiate de esas palabras que te gustaron. Tómalas como si fueran tuyas y ora a Dios, desde esa situación que el salmista describe, que es también tu situación, o la situación que, actualmente, viven muchos hermanos nuestros.

Si te animas, pon música a ese verso… O sencillamente, conviértelo en un mantra que puedas repetir durante el día, de modo que, en medio de las cosas cotidianas, puedas seguir centrando tu afecto en la experiencia de Dios.

SALMO 31

En ti, Señor, me refugio,
Así nunca me sentiré defraudado;
Que seas para mí una roca que me acoge,
Un muro de defensa que me salva.
Tú eres mi roca y mi fortaleza.

 

SALMO 34

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca.
Mi ser se gloría en el Señor,
que los humildes lo oigan y se alegren.
Engrandezcan conmigo al Señor,
Ensalcemos juntos su nombre.
Busqué al Señor y me respondió,
me libró de todos mis temores.
Miren hacia Él, quedarán radiantes…
Cuando el humilde invoca al Señor, Él lo escucha…