Celebrar la vida de Francisco Butiñá
¡Despierta!
16 de abril de 1834. La tierra quiere oír tu voz, el pueblo clama por un profeta.
¡Entra!
El Padre te espera. La Parroquia de Santa María te abre sus puertas.
Desde hoy, hijo en la fe cristiana.
¡Aprende!
Te abres a la vida. Aprendes las primeras letras…
El hogar de los Butinyà: escuela de trabajo y piedad cristiana.
¡Observa!
Todo habla de Dios: los libros, los pobres, el Evangelio…
¡Escucha!
Es el Rey que te llama a trabajar en su campo, síguelo en la senda. Escucha y podrás seguirlo también en la gloria…
¡Responde!
1854. Deja en tu hogar los veinte años de taller y plegarias familiares, toma el nuevo arado de la vida religiosa y sirve al Rey en la Compañía de Jesús…
¡Ofrece!
1856. El Todopoderoso te consagra. Tú, Hno. Butinyà, confía en su fidelidad que Él acrecentará la tuya…
¡Celebra!
1866. Ya eres sacerdote para siempre. El instrumento que siempre quisiste ser. El «otro Cristo» que los pobres necesitan…
¡Enseña! ¡Camina! ¡Perdona!
Es tiempo de repartir un poco de lo mucho que recibiste. Eres un apóstol entero, un obrero, un Padre…
¡Mira!
Los pobrecitos lloran porque sus manos sangran y su corazón ha perdido la esperanza…
¡Intuye!
¿Quién puede enseñar a estos hombres que Dios está cerca?
¡Contempla!
El Taller de Nazaret, donde vive y trabaja la Sagrada Familia… graba en tu alma los valores que allí encontraste: pobreza, sencillez… caridad mutua… amor al trabajo… cercanía de Dios.
¡Surge!
1874. Está brotando aquella semilla de apostolado social que de tiempo viene germinando en ti. En medio de un campo devastado y teñido de sangre, en una Iglesia desconcertada pero valiente aún, ¡nacen las Siervas…!
¡Florece!
1875. En Calella también la tierra es generosa y tú lo sabes. El Espíritu te lleva por el camino donde encontrar las flores: María Gri, María Comas, Dolores Ros… Y tú las ves crecer, Padre, bajo tu mirada amorosa, vigilante, profética.
¡Escribe!
Los mensajes de Dios para sus hijas deben pasar por tu pluma y perdurar para siempre como testamento vivo: tú nos das el camino para vivir el seguimiento y Él nos consagra a su servicio
¡Cree! ¡Espera! ¡Ama!
No detengan tus pasos ni la incomprensión ni el destierro. Mañana los dolores serán gozos y los ojos de tus pobrecitos brillarán de gratitud…
¡Descansa!
Se apagó para tus ojos el sol de este mundo, pero los abriste al Sol de la Vida, Jesús, «tu Bien», nuestro Bien… Desde entonces, tu figura, más presente que nunca, renace en cada Taller, en cada josefina que intenta responder al grito de los trabajadores pobres que hoy también esperan tu mensaje de profeta…
18 de diciembre de 1899
Mariela Carrera fsj