Contemplar Nazaret
Señor Jesús, quiero acercarme a tu casa.
En silencio, quiero poner mi pie en lo sagrado,
para tocar el misterio.
Quiero romper la intimidad de tu hogar sencillo
y sentarme a la lumbre del fuego.
Quiero hacer silencio en el corazón, como María,
y quedarme atrás, oculta, como José.
Aquí estoy en Nazaret,
tierra de nadie, lo último.
Lugar perdido de donde no sale cosa buena,
donde aprendiste a ser hombre, hombre a secas.
Aquí estoy en la tierra que te dio un nombre: nazareno,
las raíces de lo inútil y lo humilde,
que Tú llevaste por los caminos sencillos y polvorientos.
Me quedo contigo, en tu casa de adobe,
quiero saborear el pan compartido, quiero sentarme sin prisas, a tu mesa,
quiero que me hables de Dios en la noche.
Dame a conocer tus amistades de siempre,
llévame calle a calle por tu aldea.
¿Por qué treinta años perdidos en silencio?
¿Por qué un carpintero te daba identidad?
¿Por qué tu nombre y el de María eran sin estrella?
Jesús de Nazaret, eres desconcertante,
Inquietas em lo humilde y tu vida oculta cuestiona
al hombre que se rodea de prestigio, de títulos y de poderes.
Jesús de Nazaret, donde comenzó tu historia.
Jesús de Nazaret, puerta abierta a Galilea,
donde arrancó tu misión en las aguas del bautismo,
donde llamaste en exigencia radical a pescadores;
donde hiciste un grupo en camino que te siguiera.
Jesús de Nazaret, enséñame a entrar en el despojo de la vida
y a dejar los poderes que me cercan.
Abre mi corazón a la escucha de Dios y al servicio y que, entre sus manos,
mi corazón y mis manos crezcan.