Dime dónde está…

José, te llamamos el justo, el carpintero, el silencioso,
yo quiero llamarte amigo mío.

Con Jesús, tu Hijo y mi Salvador,
con María, tu Esposa y mi Madre,
tú tienes un lugar en mi corazón,
tienes un lugar en mi vida.

¿Dónde está el Señor?
Tú que lo has buscado,
tú que lo has encontrado,
dime dónde está.

Dime dónde está
cuando los días se suceden a los días,
sin historia, llenos de trabajo y de problemas,
de soledad y aburrimiento.

Dime dónde está
cuando la prueba y el sufrimiento son la pan cotidiano.

Dime dónde está
cuando no le busca más,
cómodo y satisfecho, bien instalado
en mi confort y mis facilidades.

Dime dónde está
cuando alguien viene a buscar
cerca de mí consuelo, amistad y alegría.

José, amigo mío,
tú que has caminado a través de luces y sombres,
enséñame a encontrar al Señor en lo cotidiano de mi vida.

Tú, el testigo admirado por la acción del Espíritu,
Ayúdame a reconocer sus maravillas y a someterme a Él.

Tú, el hombre atento a las necesidades de los tuyos,
guarda bien abiertos mi corazón y mis manos.

José, amigo mío,
tú que te marchaste sin ruido a la patria eterna,
permanece muy cerca de mi en el atardecer de mi vida,
escucha mi oración, aquella jamás olvidada:

Jesús, María, José, os doy mi corazón, mi espíritu y mi vida.

León Soulier