Cuando el trabajo ha terminado
Cuando los utensilios de trabajo
ya están en su lugar
y el trabajo del día ha terminado,
José entra en conversación con Dios.
Permanece silencioso,
como la tierra a la hora del rocío.
Entra en el abandono de la noche,
saboreando la alegría,
saboreando la verdad.
María está siempre presente
y él la rodea con la mirada.
Ese rostro del cual todos los hombres
tienen necesidad
se vuelve con amor y sumisión hacia José.
Ya no sólo es la fe desnuda en la noche,
es el amor el que explica y actúa.
José está con María,
y María está con el Padre.
Y nosotros también,
para finalmente dar espacio a Dios,
cuyas obras sobrepasan nuestra razón,
para que su Luz
no se apague en nuestras lámparas
ni su Palabra con el ruido que hacemos,
para que el hombre se detenga,
y el Reino llegue
y que vuestra Voluntad se cumpla,
para que encontremos
el origen de profundas delicias,
para que el mar se calme
y María nos muestre la mejor parte,
ella que representa la fe del Antiguo Israel.
Patriarca interior, José, alcánzanos el don del silencio.
Jean Claudel