Oración por la vocación josefina

Señor, te pedimos tu Espíritu que nos haga acoger, gustar y conocer nuestra vocación josefina, el mismo espíritu que la hizo nacer en la Iglesia y en nuestro corazón, el que la ha mantenido a pesar de todos los avatares.

Tú sembraste en cada una de nosotras la semilla de Nazaret, más allá de nuestras búsquedas y razonamientos, más allá, incluso, de nuestros gustos espirituales.

A Ti, que cuidas aun de noche lo que está sembrado, te rogamos que revivas, acrecientes y hagas fructífera esta pequeña semilla de nuestra vocación.

Concédenos la gracia de sentir, cada vez más fuerte, la llamada a Nazaret.

Danos a conocer el rostro de tu Hijo, el carpintero.

Haznos tener los mismos sentimientos que Él tenía para ser «uno de tantos», para anonadarse como siervo.

Enséñanos a comprender la fuerza evangelizadora en su vida, en la vida cotidiana, humilde, humana, de pueblo, de obrero que vivió durante treinta años.

Ilumina nuestros ojos para que comprendamos la anchura y profundidad de este misterio: un Dios salvador trabajando en un taller.

Haznos vivir todo tu Evangelio en el Trabajo. Que nuestras manos acaricien cuanto tocan y transforme la dureza en ternura.

Que nuestros corazones, con tu amor, conviertan en fraternidad todo egoísmo y competitividad laboral.

Que nuestros ojos estén abiertos para descubrir el dolor, el amor, la injusticia, la solidaridad, las búsquedas, los cansancios, la pobreza y la riqueza del mundo trabajador pobre, para ver tus manos y tu rostro en el rostro de los obreros de hoy.

Que nuestros pies estén ágiles y disponibles para acudir a servir, a estar, a caminar junto a nuestros hermanos y hermanas del mundo del trabajo.

Te damos gracias por esta hora que nos concedes vivir, por el amor inmenso con que nos diriges a cada una y a la Congregación.

Por la insistencias con que nos recuerdas que es «hora de volver a Nazaret».

Por la noche en que vivimos, que nos hace experimentar fuertemente la necesidad de buscar.

Por la pobreza que nos introduce, misteriosamente y a pesar nuestro, en la ineficacia de Nazaret.

Por los pequeños caminos, nuevos, que nos vas abriendo en la evangelización del mundo trabajador pobre.

Por los gestos proféticos que resaltan en la sencillez de tantas josefinas.

Por todas las vidas vividas, gastadas, ofrecidas, salvadas en este camino de Nazaret.

Por nuestros Fundadores, por las primeras hermanas, por las de ayer y las de hoy…