Orar la vocación
Cuando Jesús salió a los caminos de Galilea para anunciar el Reino, tenía un brillo especial en los ojos. Algo le inquietaba, le bullía dentro, tenía prisa por contarlo, por ponerlo en marcha. Pero, desde el principio, tuvo claro que no lo haría solo, así que buscó colaboradores, discípulos, AMIGOS. Pedro, Santiago, Juan, Andrés… muy distintos unos de otros, pero todos traspasados por grandes anhelos. Jóvenes inquietos, soñadores, ilusionados, capaces de entregarlo todo por una noble causa; también, con sus limitaciones, temores, incoherencias… Pero, ¿qué decir? Es lo normal, lo más humano.
Un buen día, ese Jesús del que tanto habían oído hablar, se acercó hasta ellos y les llamó. Tenía tal brillo en los ojos, tal seguridad en la voz, tal ánimo y grandeza de alma… que no tuvieron dudas. Dejaron todo, la barca y a su padre, y lo siguieron. Todavía no lo sabían, pero aquel día cambió definitivamente sus vidas. Ni sospechaban hasta dónde llegaría esta historia. ¡Cuántas generaciones hemos conocido al Señor Jesús gracias al feliz abandono de barcas y redes en aquella tarde galilea! ¡Y qué felicidad si también nosotros pudiéramos tener la experiencia de escuchar una llamada que lo cambia todo, su llamada!
PALABRA DE DIOS
“Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”.
Mt 4, 18-22
SUGERENCIAS PARA LA ORACIÓN
Contempla la escena de Mt 4, 18-22. Imagina que tú también estás ahí, escuchando la llamada de Jesús. Pregúntate y pregúntale: ¿Señor, qué quieres que haga? Aquí está mi vida, con mis posibilidades, mis talentos, mis deseos de ser feliz, ¿dónde y cómo quieres que yo la entregue?
“Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Primero transmite a los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho”. A. Saint Exupéry