Noche de Pentecostés
Pentecostés era una fiesta judía que tenía lugar 50 días después de la Pascua. A la acción de gracias por la cosecha, se unía la conmemoración de la Alianza del Sinaí. En aquel Pentecostés, Dios renovó su alianza de manera especial: envió su Espíritu sobre los discípulos para que pudieran continuar la misión de Jesús.
Pentecostés no es cosa del pasado. Jesús hoy nos sigue regalando el don de su Espíritu. Permanezcamos en oración. Para ello, proponemos «entrar contemplativamente» en la escena.
Para comenzar, prepárate pidiendo al mismo Espíritu Santo que se haga presente en ti, que ilumine y movilice tu interior, que te disponga a acoger su presencia y su acción. Lee el relato de Hechos de los Apóstoles 2, 1-11.
En el audio que sigue, hemos tratado de recrear el «antes» y el «después»: mirar a los discípulos reunidos junto a María, entrar en su conversación, en sus sentimientos… Notar su cambio, la transformación que en ellos realizó el Espíritu; agradecer este acontecimiento, este impulso que dio origen a la Iglesia y que nos alcanza a nosotros.
Puedes continuar tu oración imaginando un diálogo, con tus propias palabras, con el Padre y el Hijo, agradeciendo el don del Espíritu Santo. Puedes agradecer su presencia, en ti mismo, en quienes te rodean, en el mundo. También puedes dialogar con María, preguntarle, pedirle consejo…
Para terminar, te invitamos a realizar un GESTO. Dedica unos minutos a concretar el don del Espíritu Santo que deseas recibir. Puedes escribirlo con letras grandes, hacerle una fotografía y compartirlo simbólicamente con los demás.