25 Aniversario de los Talleres de Nazaret

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25 aniversario, 25 años… ¡Unas bodas de plata!

En esta clave se desarrolló el encuentro de Talleres de Nazaret de Hoyo de Manzanares, entre el 6 y el 9 de diciembre. La ocasión era muy especial. Todo el mundo hizo un esfuerzo especial por “estar”, de tal manera que el grupo se fue estirando y estirando hasta alcanzar los 70 asistentes.

Muchos conocidos, muchos reencuentros, algunas caras nuevas… Rostros de hace 25 años y otros incorporados últimamente. ¡Qué alegría saber que los Talleres de Nazaret siguen creciendo, tanto aquí como en otras partes del mundo.

La idea de ambientar la celebración del encuentro en unas Bodas de Plata se presentó en el encuentro de Hermanas y Coordinadoras de Talleres de Nazaret, que tuvo lugar en el mes de octubre. Muchas personas han participado en la preparación: las invitaciones, la decoración de la casa, la cena “de boda”, la liturgia, la animación festiva…. Todo ha sido cosa de todos, un gran trabajo en equipo. Lo hemos hecho entre todos, lo hemos gozado con todos. Por eso, vamos a tratar de contarlo, punto por punto.

Todo comenzó con la animación de la noche del 6 de diciembre. Las chicas de Alcalá nos invitaban a presentarnos. Era también el momento de empezar a tararear una canción, compuesta por el Taller Oliver de Zaragoza, que nos ha acompañado a lo largo de todo el encuentro:

 

En la oración de la mañana del día 7, los laicos del Taller de Oliver-Zaragoza nos recordaban lo siguiente:

“Los 25 años que estaos celebrando no son por un golpe de suerte. Cada día de nuestras vidas hemos vivido y mantenido viva la llama del amor. Festejamos nuestras bodas de plata. Demos gracias a Dios por todos los momentos maravillosos que hemos disfrutado a lo largo de todo este tiempo en el Taller”.

A las 10:00 hs. comenzamos el trabajo en el albergue. Tuvimos la suerte de contar con la presencia de Hna. Mª Mendía Ajona, Superiora General. Además de representar un vínculo de comunión con todas las Comunidades y Talleres de la Congregación, ella podía hablarnos “en primera persona” del proceso vivido hace 25 años para dar cauce a los Talleres de Nazaret. Hna. Mendi, por aquellas fechas, como miembro del Consejo General, escuchaba las voces de algunas Hnas. y laicos próximos a nuestra espiritualidad que deseaban “algo más”. Fue así como tuvo lugar la convocatoria de dos encuentros: el primero, en 1992, para dar cauce a la Familia Josefina, con la participación de laicos de diferentes lugares; y el segundo, en enero 1994, con Hnas. de las diferentes Provincias. El trabajo de este segundo encuentro dio como fruto el cuaderno “Talleres de Nazaret, Evangelio del Trabajo”, que permitió iniciar los grupos y que hoy sigue siendo marco y referencia para quienes permanecen o se acercan a conocer la vocación laical josefina.

“Creo que lo primero fue percibir y acoger pequeñas llamadas, pequeñas luces, inquietudes de los laicos cercanos a algunas comunidades. Eran poquitos… todavía era algo muy indefinido, pero realmente había una inquietud, un deseo, una clara solicitud… Ellos, desde su experiencia, desde su vida, desde sus propias llamadas, nos estaban pidiendo algo más. Estaban pidiendo poder asumir, ellos también, como laicos, la espiritualidad de Nazaret como inspiración y estilo de vida. Al mismo tiempo, desde la Iglesia también nos llegaba una llamada. Eran los tiempos en los que el Papa Juan Pablo II publicaba la exhortación apostólica CHRISTIFIDELES LAICI, sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo”.

Hna. Mendi continuó recordando cómo y dónde se fundamenta la Familia Josefina.

“Todos habéis oído hablar de la “Luz del Menestral” y tantas obras del P. Butiñá destinadas a la gente sencilla. Más aún, conocemos su intensa actividad apostólica, sus notables esfuerzos por extender esa “Luz del Menestral”, que es Jesús, entre los trabajadores de su tiempo”.

Por último, se refirió al presente, a los pasos dados desde el último Capítulo General, tales como el nacimiento de grupos nuevos, el crecimiento y la consolidación de otros grupos, iniciativas de “Misión Compartida” que se van dando en diferentes lugares, gestos sencillos de comunión con las Hnas., con los Grupos Nazaret… Pero lo más importante, lo que más subrayó:

“En cada lugar, donde haya un laico, una laica, un pequeño grupo, convencido de su vocación a vivir Nazaret, se está tejiendo un camino de futuro y esperanza para la Congregación y para el Reino. Este es un tiempo de gracia y de oportunidad. Cada uno de vuestros Talleres, pequeños focos de luz, es una oportunidad para vivir el sueño de Dios, la Comunión”.

La mañana continuó con un trabajo en grupos. Con la ayuda de un texto, “La mirada apreciativa”, tuvimos la oportunidad de reconocer todo lo positivo que nos ofrece la realidad actual de los Talleres de Nazaret y vislumbrar una imagen de futuro ilusionante:

La Misión Compartida continúa reforzada, creciendo carismáticamente y en conjunto, hermanas y laicos.

Grupos que siguen creciendo, que tienen ilusión y ganas. Nos anima mucho saber que en otros lugares del mundo tenemos compañeros, Talleres de Nazaret, iguales a los nuestros.

Lo importante es ser portadores de esperanza, motivar y contagiar a las nuevas generaciones en la riqueza del carisma, formar nuevos grupos, llevados por laicos. ¿Cómo se hace esto? Como dice Jesús: Ven y lo verás. Congregar a todos los que quieran vivir en la alegría que da el compartir.

“Un mar de fueguitos” es el título de un pequeño relato de Eduardo Galeano que nos ayudaba a concluir el trabajo. Habíamos hablado de las pequeñas luces que dieron origen a lo que hoy son los Talleres de Nazaret; también nos habíamos referido al P. Butiñá, y su afán por dar a conocer a Jesús, como “Luz del Menestral”. Ahora, al final de la mañana, llegaba el momento en que cada uno debía preguntarse: ¿y yo? ¿también soy luz? ¿qué luz puedo ser?

Dedicamos la tarde a compartir la vida de los grupos. Lo hicimos a través de un inmenso “Álbum de fotografías” que confeccionamos entre todos, con las fotos que los distintos grupos fuimos aportando. También, con la presentación, en vivo y en directo, de una breve historia de cada grupo, así como, también, el símbolo con el que se sienten identificados.

Los grupos fueron muy creativos y hubo de todo: el pregón de Pulpí, la representación teatral de Daimiel, las marionetas de Zaragoza Oliver, el vídeo de Jerez de la Frontera, el reportaje de Reus, etc…

Fue también muy rica la “presencia” – virtual, pero de corazón- de grupos de Talleres de otros lugares del mundo. Nos habían hecho llegar sus vídeos, sus mensajes, sus gestos… ¡Qué horizonte tan rico, tan diverso! ¡Cómo se ensancha el corazón!

Otras personas cercanas a la Familia Josefina nos hacían llegar sus mensajes, sus cartas, sus felicitaciones…

El tiempo se hizo corto, muy corto… Imposible condensar tanta vida, tantos deseos, tan generoso compartir.

Déjamos aquí el enlace, por el que podrás tener acceso a los vídeos de los grupos a los que hemos hecho referencia. Vale la pena dedicar un tiempito a escuchar y a recrearse en la experiencia de fraternidad que nos une más allá de las fronteras.

PRESENTACIONES DE LOS GRUPOS DE TALLERES

MENSAJES DE FELICITACIÓN

Y llegó el momento de la Eucaristía, cuidadosamente preparada por el Taller de Azagra con toda la simbología de las “Bodas de Plata”, para celebrar el amor que Dios ha tenido con nosotros, y al queremos corresponder con un renovado compromiso.

La Eucaristía fue presidida por Ángel Luis, antiguo párroco de Hoyo, que en tantas ocasiones nos había acompañado. Recordamos a muchas personas fallecidas, hermanas y laicos de Talleres. Cada grupo presentó sus ofrendas. El gesto de la paz fue una fiesta. Hubo momentos realmente entrañables.

 

Acción de gracias: LA VELA DE BODA

Dejad que arda una vela todos los días de vuestra vida.

Es un símbolo que ayuda y acompaña.

Después de pasados 25 años debéis recordar

lo que vosotros habéis prometido.

Soy esa vela que día a día os susurra al oído: lo he visto.

Mi llamita estaba presente cuando conocisteis al P. Butiñá

y regalabais vuestro tiempo a la Misión.

Soy algo más que simplemente una vela.

Soy testigo mudo en el Taller.

Y continúo viviendo en vuestros hogares.

En los días en que brilla el sol

no necesitáis encenderme, pero cuando sintáis tanta alegría,

cuando veáis a vuestros compañeros crecer,

colmados de cariño gracias a vuestros desvelos,

o cualquier otra estrella brille

en el horizonte de vuestras vidas, ENCENDEDME.

Encendedme cuando anochezca,

cuando irrumpa en vosotros una tormenta,

cuando surja alguna pelea.

Cuando sufráis en silencio a causa de algo,  ENCENDEDME

Encendedme cuando tengáis que tomar alguna

difícil decisión y no sepáis como,

cuando sea necesaria una explicación y no encontréis palabras,

cuando queráis abrazaros y los brazos

estén como paralizados, ENCENDEDME.

Mi lucecita es para vosotros un signo claro.

Habla su propio idioma  que todos entendemos.

Soy la vela de vuestras  BODAS DE PLATA.

Os quiero y mucho. Dejadme arder mientras sea necesario,

hasta que todos unidos, mejilla con mejilla, podáis apagarme.

Entonces os diré agradecida: HASTA LA PROXIMA VEZ.

 

 

La fiesta continuó en la mesa, también preparada con mimo. La gran alegría se expresó en el brindis de Hna. Mendi y el agradecimiento por tantos detalles, con un especial aplauso a los cocineros de Azagra.

En la velada, zambomba jerezana, cantos, animación, ¡buen ambiente! ¡Mucha alegría!

 

El día siguiente era domingo, fiesta de la Inmaculada. Lo iniciamos honrando a Nuestra Señora, con el acostumbrado canto de los “auroros” de Azagra.

Dedicamos la mañana al “desierto”, a la oración personal en torno a María, Arca de la Nueva Alianza. Hna. Patri Becerra motivó este momento. Agradecimos el ambiente de silencio que creamos entre todos, así como la oración compartida a última hora en la capilla. María, una vez más, es anticipo y espejo de la Alianza que Dios quiere establecer con nosotros:

“Yo, María, sólo era una tierra vacía y pobre pero Él ha pronunciado sobre mí su palabra y, como en la primera mañana de la creación, ha hecho brillar la luz de un nombre nuevo, el del hijo que está creciendo dentro de mí. Dios se ha acercado tanto que nos pertenece como la semilla a la tierra que la ha hecho germinar.”

Por la tarde, no podía faltar una referencia a una boda memorable: la de Caná de Galilea. Como nos gusta vivir las cosas intensamente y en toda su extensión, la propuesta fue todo un recorrido por la Biblia en clave de “boda”. Lo motivó Hna. Ana Romero, con la colaboración de Hna. Paqui Rubio, Manoli Caro y Jeromín de Jerez, Mary Carmen Pascual de Zaragoza y Loli Valle del Taller de Alcalá, que actuaron como “guías” de diferentes pasajes bíblicos.

El mensaje esencial de la Biblia es uno: Dios es amor. Y para expresar esto, el lenguaje bíblico, que se caracteriza por ser muy concreto, utiliza todas las imágenes posibles y necesarias. Y por eso, presenta a Dios amando como madre, como padre, como novio, como esposo. La relación de Dios con su pueblo, muchas veces, se presenta en clave de boda, de pareja, de Alianza”.

Volviendo a Jesús y a las Bodas de Caná, una lectura cuidadosa del texto nos ayudaba a comprender detalles y símbolos, para acercarnos a la experiencia de los primeros discípulos, que junto a Jesus comprendieron que el agua de la purificación, por importante que fuera, tenía que dejar paso a otra cosa. Junto a Jesús ellos experimentaban la llegada de una Nueva Alianza que se revelaba como un derroche de fiesta, de alegría, de esperanza. Jesús era el Nuevo Novio y la historia terminaría en Boda. En una boda consumada en la Pascua, en la entrega por amor, en la fecundidad de la muerte y la resurrección.

Un detalle importante del texto: Jesús anuncia su Hora. Y eso se convierte en una invitación para nosotros. ¿Cuál es tu hora? ¿Cuál es nuestra hora? Dejamos esta pregunta resonando en el aire, para responderla en nuestros pueblos y ciudades, de camino a casa, al encuentro de la misión que a todos nos espera…

“Los laicos son hombres de la Iglesia en el corazón del mundo, y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia” (cf. Puebla  209).

Y así pasamos al último gran momento de esta prolongada celebración: el envío. Fue una oración comunitaria orientada por el Taller de Zaragoza, con un gesto muy significativo: entretejer hilos de diferentes colores. Era el broche de oro para sellar la experiencia de la Comunión, que desde el primer momento nos había recordado Hna. Mendi Ajona, y que nos había acompañando a lo largo de todo el encuentro.

Y Juan, del Taller de Jerez, será el encargado de cuidar el pequeño rosal que simboliza nuestro futuro. ¿Cómo será? ¿Será de otros 25 años? No lo sabemos. Queda en las manos de Dios. En Él confiamos, en su fidelidad y amor entrañable, en su AMOR.

¡GRACIAS! Es la palabra más repetida a lo largo del encuentro y, también, seguro la que sigue más presente al recordar la experiencia vivida. Gracias a Dios. Gracias a las hermanas. Gracias a los laicos. Gracias a todos los que hicieron posible el encuentro. Gracias a tantas comunidades que rezaron por nosotros. Gracias a los Talleres que se hicieron presentes con sus mensajes. Gracias a la Iglesia que nos acoge. Gracias al P. Butiñá que nos inspira y guía en el camino. Gracias a Jesús, que sigue siendo NUESTRA LUZ.

RESONANCIAS DEL ENCUENTRO


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