Al viento del Espíritu

Al Viento de su Espíritu, que sopla donde quiere, libre y liberador, 

vencedor de la Ley, del pecado y de la muerte. 

Al Viento de su Espíritu que se remansó en su corazón 

y en el vientre de una aldeana de Nazaret. 

Al viento de su Espíritu que se apoderó de Jesús

para enviarlo a anunciar la Buena Nueva a los pobres

y la liberación a los cautivos. 

Al Viento de su Espíritu que se llevó en Pentecostés los prejuicios, 

los intereses y el miedo de los Apóstoles

y abrió de par en par las puertas del Cenáculo, 

para que la comunidad de los seguidores de Jesús

fuera siempre abierta al Mundo y libre en su palabra

y coherente en su testimonio e invencible en su esperanza. 

Al Viento de su Espíritu

que se lleva siempre los nuevos miedos de la Iglesia

y abrasa en ella todo su poder que no se servicio fraterno

y la purifica con la pobreza y el Martirio. 

Al Viento del Espíritu

que reduce a cenizas la prepotencia, la hipocresía y el lucro

y alimenta las llamas de la Justicia y de la Liberación

y es el alma del Reino. 

Para que seamos viento en el Viento, Hermanos. 

Pedro Casaldáliga