Cántico de Nazaret
Te alabamos y te bendecimos, Señor, con el gozo de los pobres.
Te alabamos, Padre, porque has querido, elegido y preferido Nazaret para Jesús, tu Hijo único, tu Hijo del alma.
Te alabamos, Padre, porque el tesoro de tu gracia y sabiduría se nos lo manifiesta en lo oculto, escondido en la oscuridad de un pequeño Taller.
Te alabamos, Padre, porque has bendecido el don de la familia en la corriente de amor que fluye entre Jesús, María y José.
Te alabamos, Padre, por la fe inquebrantable de José, por su fortaleza y su ternura, por su trabajo y su silencio.
Te alabamos, Padre, por el amor inefable de María, por su corazón de virgen y Madre, por su alegría y su servicio.
Te alabamos, Padre, sobre todo por Jesús. Él se hace carne de nuestra carne, tu proyecto de amor para el hombre. Él nos entrega la profundidad de tu ser en la simplicidad del diario vivir. Él nos consagra para ti en el trabajo, en los hermanos, en la fiesta.
Te alabamos y te bendecimos, Señor, por llamarnos a compartir la alegría de ser familia, como Tú, en Nazaret.