Orar al final del día

Orar al final del día nos pone en contacto con la voz de Dios que aguarda en nuestro interior. Es el momento de agradecer, de perdonar, de presentar a Dios nuestras dificultades. Es el momento de resituarnos ante Dios, conscientes de nuestra pequeñez.

EXAMEN DEL DÍA

Para San Ignacio de Loyola, un elemento fundamental en la vida espiritual es el vivir “conscientes”, atentos a lo que nos sucede por dentro y al paso de Dios en los acontecimientos. Para ello propone un tipo de oración: el examen del día. Consiste en repasar el día con Jesús. No es un examen de conciencia al uso, ni se trata de ver únicamente los propios fallos, sino de releer cada día con Él, para descubrir dónde y cómo se ha hecho presente y cómo me invita a seguirle más y mejor en lo concreto de mi vida. El examen es una buena herramienta para poder llegar a ser «contemplativos en la acción». ¿Qué pasos seguir para realizarlo?

 

Busco un lugar tranquilo, hago silencio y caigo en la cuenta de que entro en la presencia del Señor:

AGRADECER: Doy gracias a Dios por el día vivido y por todo el bien recibido. Doy gracias por las alegrías, los gozos, los encuentros, el perdón, la fe. También doy gracias por las dificultades, las luchas y las contradicciones encontradas, que me colocan en mi lugar. Aunque no siempre lo haya visto, Dios estaba allí presente, sosteniéndome y trabajando por mí.

PEDIR LUZ: Pido luz al Espíritu para mirar mi vida como la mira Él, para saber reconocerlo en el día que termina y para descubrir cómo ha estado volcado en mí. Le pido también que ilumine mis limitaciones y que sea su mirada la que descubra mis incoherencias.

TOMAR CONCIENCIA: Presto atención a todo lo vivido. Recorro los sentimientos que he experimentado: gozo, paz, miedo, duda, compasión… Recorro también las faltas que he cometido hoy: mi pobre fe, esperanza y caridad. ¿Qué me ha movido por dentro? ¿Cuál ha sido mi tono vital en este día? ¿Cómo ha pasado Dios por mí? ¿Le he permitido expresarse a través de mí? ¿O he sido impedimento?

PEDIR PERDÓN: Le pido perdón al Señor de corazón, por mis pobres respuestas, por olvidar su presencia, por cerrarme a su amor.

ENFOCAR EL MAÑANA: Con la confianza de saberme en las manos de Dios, le pido gracia para seguirle mañana más de cerca, un poco mejor, y para trabajar y corregir aquello que me separa de Él.

Terminar con un PADRE NUESTRO…