Orar con los jóvenes

¡Juventud divino tesoro!” ¡Cuántas veces habremos citado esta frase! Y, en verdad, la juventud es un gran tesoro.

Todos conocemos algún adolescente en pleno cambio, algún joven empeñándose en sus estudios, iniciándose en el mundo laboral… Pero ¿nos preocupamos por sus inquietudes, sus dificultades, su malestar? Ser joven no es fácil en un mundo preparado para adultos. Salen de la niñez y, de repente, se encuentran con un montón de cambios que nadie les puede explicar porque los adultos, a los que podrían recurrir, están muy ocupados.

Los jóvenes, son el futuro, la continuidad, la esperanza para un mundo más justo y más fraterno. Por ello:

¡Padre Santo! Te pedimos por los jóvenes que son la esperanza del mundo.
¡Padre! No permitas que se dejen llevar por ideologías mezquinas.
Que descubran que lo más importante no es más, tener más, poder más, sino servir más a los demás.
¡Padre! Enséñales la verdad que libera, que rompe las cadenas de la injusticia,
que hace hombres y forja santos.
Pon en cada uno de ellos, un corazón universal, que hable el mismo idioma, que no vea el color de la piel sino el amor que hay dentro de cada uno.
Un corazón que a cada ser humano le llame hermano,
que crea en la ciudad que no conoce de fronteras,
porque su nombre es universo, amistad, amor, Dios.
¡Padre Santo! Cuida a nuestros jóvenes.

PALABRA DE DIOS

Que nadie te desprecie por ser joven; procura ser modelo de los creyentes en la palabra, la conducta, el amor, la fe, la pureza” (1 Tim, 4-12).

SUGERENCIAS PARA LA ORACIÓN

Abre bien tus ojos y fíjate en un joven.

Acércate, pregúntale, escúchale… y acompáñale.

Agradece a Dios ese momento de aprendizaje y preséntale la vida de ese joven y también la tuya.

Pide a Dios que ese joven no pierda su originalidad, que llegue a ser su mejor versión posible.

Pide a Dios que las distintas generaciones sepamos convivir y ayudarnos en el acompañamiento y enriquecimiento mutuo.