Parábola de Nazaret
Hay relatos que son parábolas, porque en la sencillez de unas imágenes que entendemos hacen referencia a otra realidad difícil de explicar con palabras, pero capaz de ser entendida en el mundo del sentimiento, de lo experiencial.
Parábola es un signo que vela y revela, que tiende a hacer ver otra cosa que no se hace ver a sí misma. Hay gestos y actitudes que son parábolas. Hay también personas y comunidades que son parábolas. La Vida Religiosa es una parábola…
El 13 de febrero de 1875, en Calella de la Costa, se empezó a vivir una PARÁBOLA DE NAZARET. Con gestos sencillos, con personas pobres, con formas vulgares y corrientes…
En la parábola todo lenguaje es sencillo. Pero sugerente, atrevido y utópico. Porque hay parábolas que quieren reflejar una sabiduría humana; pero también hay parábolas sugeridas por el Espíritu para revelarnos el misterio del Reino, o algún misterio cercano al Reino.
Profundizamos el pensamiento del P. Butinyà y en la trayectoria de su evolución, podemos decir que nosotras, las josefinas, somos el libro que escribió nuestro fundador, el libro dejado en blanco para ser siempre actual. La Congregación nace para que el trabajador no necesite acudir a la vida de un santo obrero que existió en otra época diferente porque, hoy, cada hoy, nosotras somos esa biografía cercana. Y nace también, sobre todo, para que el trabajador sencillo no se pierda en las imágenes de un Nazaret de hace 2000 años, porque unas imágenes vivas de hoy, pueden, parabólicamente, enseñarle, conducirle a Nazaret.
Somos el libro, cada día nuevo, de Francisco Butinyà. Somos igualmente la parábola de Nazaret. Una parábola pequeñita de Nazaret que Dios regala a su Iglesia. O mejor estamos llamadas a ser ambas cosas.
Las parábolas de Jesús están todas construidas con signos sencillos e insignificantes, débiles y quebradizos. Como nosotras y nuestra vida. La riqueza está en el signo. La parábola y el signo no tienen por finalidad atraer la mirada sobre sí para hacerse ver. Están para hacer ver otra cosa.
Parábola de Nazaret…
¿A quién llamaría la atención, hablando humanamente, aquellas dos mujeres que se reunieron en Calella, el día 13 de febrero de 1875, y el día 15 comenzaron a trabajar como aprendices en una fábrica de medias?
Una corriente honda y vital nos ha sido regalada: ser signo, parábola siempre actual de Nazaret. Una corriente que compromete porque las parábolas vivas, a diferencia de las escritas, tienen el reto constante de hacer historia visible aquello que están llamadas a ser.
Comenzó el 13 de febrero de 1875. Y sigue hoy. La Congregación toda, cada comunidad, cada misión, cada josefina… está llamada a ser parábola de Nazaret.
Nazaret se parece a un hombre que sembró una semilla pequeña en un pueblo, en Calella, y era insignificante. Nadie creía que podría crecer. Hubo muchos años, muchos tiempos, en que la semilla quedó enterrada. Muchos granos cayeron en el surco y murieron. Pero la semilla fructificó y extiende hoy sus ramas al sol, dando cobijo a muchas aves.
LAS PARÁBOLAS VIVAS NUNCA ESTÁN ACABADAS. Siempre necesitan hacerse nuevas. Siempre se repetirá en ellas lo que dijo Jesús: «es necesario que el grano de trigo muera, si no queda infecundo» (Jn 12,24).
Las parábolas siempre serán insignificantes y pobres para dar a conocer el Misterio al que se refieran.
Congregación de Hijas de San José, PARÁBOLA DE NAZARET HOY.
Mª Jesús Aguirre, fsj