Ramillete de flores artesanas

En este libro, recoge la vida de seis mujeres trabajadoras, de reconocidas virtudes.

Cada una de ellas aporta su matiz y novedad, pero algo que destaca en todas es la capacidad de sobreponerse y dar sentido a las dificultades. El sufrimiento es un hecho objetivo, para muchos se convierte en una barrera insalvable. Pero otras personas consiguen darle sentido. De alguna manera, Butiñá habla de eso a través de la vida de estas mujeres, que contando con grandes dificultades en su vida personal, familiar y laboral, supieron encontrar modos de sobreponerse, dar sentido a sus tareas cotidianas, incluso a las más ocultas, y convertirse en referentes para los demás.

La fe, la oración, el ofrecimiento de obras, la responsabilidad en el trabajo, el arte para enseñar, la buena influencia de la amistad, la misericordia con los pobres, la abnegación… estas son las virtudes que se van presentando en esta obra, al hilo de las vidas sencillas de estas mujeres laicas.

Beata Gentil, Zapatera

«¿Quién ignora la gran influencia que tiene la santa amistad en corazones bien inclinados? A ella se podía bien aplicar aquella sentencia del Espíritu Santo: No hay tesoro que se pueda comparar a un amigo fiel, porque de su dulce trato y compañía le vinieron todas sus laudables disposiciones».

«El primer pensamiento que brotaba en su entendimiento al amanecer, la primera ansia que manifestaba su corazón, era levantar a Dios su alma, y apenas despertaba a la luz del nuevo día, cuando procuraba cuanto antes ofrecer al Señor todas sus obras y consagrarlas a su gloria con la intención más pura».

«Su oración era continua. Fuera de los largos ratos que empleaba en tratar expresamente con Dios los intereses espirituales de su alma, regalada a menudo con celestiales consuelos, encontraba ya en asiduo trabajo, ya en sus faenas callejeras, ya estando sola, ya en compañía de otros, industrias para levantar su corazón a Dios, y hacer repetidos actos de fe, de esperanza, de caridad, de mansedumbre y de todas las virtudes».

 

Santa Zita, Criada

«Hablaba poco, trabajaba mucho y solo interrumpí sus plegarias cuando lo impedían sus deberes, andando siempre con sumo recogimiento, deseosa de agradar a Dios en todos sus pasos».

«En este estado de criada, en que vivió hasta cerca los setenta años, supo Zita encontrar una rica vena, un medio poderoso para santificar su alma, creciendo cada día en virtud…» 

 

Venerable Albina Ligi, piadosa modista

«Aquí tienen que aprender y no poco cuantos buscan su honroso sustento en el manejo del agua, de la plancha y de las tijeras, como todos los que quieran ganarse gloriosamente la vida en el trabajo. Estudia con afán sus brillantes ejemplos».

«La justicia en sus compras y ventas, la fortaleza en no desagradar a Dios por satisfacer mujeriles antojos, la humildad en sobrellevar las impertinencias de los parroquianos, la vigilancia asida sobre las oficialas son virtudes que formaron de Albina una modista ejemplar. Ganosa de cumplir fiel y puntualmente la palabra empeñada, nunca se comprometía a obras que no pudiera llevar a cabo en el tiempo prefijado. Cuando en la labor encontraba mayores dificultades que las que puede prever la prudencia humana, trabajaba ella y velaba a veces toda la noche para salir airosa de su compromiso, sin alargar nunca ni un minuto las horas de trabajo a sus costureras».

«Es indecible cuánto aprovechaban sus ejemplos a las obreras que trabajaban a su lado. Con gusto pasaban las horas de labor, unas veces oyendo los hechos de los Santos, que les refería la Maestra, otras atendiendo a la explicación de la doctrina cristiana, algunas cantando alabanzas e himnos piadoso, no pocas en conversaciones inocentes y recreativas, nunca tratando de materias en que se pudiera lastimar la fama ajena o manchar la pureza de la conciencia propia».

«Solo Albina permanecía en calma. Con los ojos fijos en el cielo y llena de un gozo inexplicable las animaba a no desmayar en la senda de la perfección cristiana y a seguir constantes las huellas del Santo Obrero de Nazaret».

 

Santa Germana Cousin, Pastora

«Una pobre rapaza como era Germana, poco menos que arrojada de casa, apenas provista del sustento necesario, obligada a pasar los días enteros en la guarda del ganado… encontró en su pobrísima condición forma y manera, como ejercitar su gran misericordia con los indigentes».

«Llegaba todavía a más su caridad. Deseosa de ayudar a todos con todas sus fuerzas, repartía también a los menesterosos el pan del alma, haciéndoles entender los infinitos tesoros que están encerrados en la paciencia cristiana… y los goces eternos que están reservados a los que siguen con fidelidad y constancia las huellas de Jesús, hecho por nosotros redención y ejemplo».

«En suma, Germana practicó el amor de su prójimo lo que supo y lo que pudo… sobreponiéndose así al nivel de los que llevan a cabo grandes y ruidosas empresas, porque el Señor no mira tanto al brillo y grandeza de las obras, cuanto al afecto e intención con que se hacen».

Francisco Butiñá, «Ramillete de flores artesanas»