Tiempo del Espíritu
No es Pentecostés ‘litúrgicamente´ hablando. Pero ¿quién puede decir que no estamos en un ´tiempo del Espíritu´? Estamos iniciando este año 2022 con nuevos desafíos, llamadas, expectativas, sueños y esperanzas… también temores…Tiempo de aprendizajes y cambios significativos en la vida y el trabajo de unas cuantas de nosotras… Tiempo de ventanas que se abren para ventilar, además de nuestras habitaciones, nuestra casa más amplia que es la Iglesia, con el aire sinodal que nos llega como llamada de esperanza, para caminar en sintonía hacia el bien común.
¿Cómo no afirmar entonces que es tiempo privilegiado del Espíritu? Un tiempo en el que sólo podremos ayudarnos mirando lo que nos une y caminando juntas hacia ello, confiando en este Espíritu que silenciosamente hace su obra y no deja de sorprendernos con sus planes y designios, tantas veces muy diferentes a nuestros horizontes y miradas.
Estamos, pues, con nuestro propio aire de tiempo sinodal como Congregación, acompasando humildemente la acción de un Dios siempre generoso con nuestra vida, buscando discernir lo que Él quiere hoy animar en cada una, en nuestras Comunidades, en nuestra misión, en nuestras tareas cotidianas, para crecer en la esperanza de que podemos ser Comunidades-Taller que aportan su luz carismática en esta Iglesia concreta, con lo que somos y tenemos: edad, limitaciones o realidades personales.
Cada vez que el Espíritu nos regala estos tiempos privilegiados de impulso renovado, tenemos una oportunidad única para tomarnos en serio que somos cuerpo, familia carismática y así nos integramos al Pueblo de Dios, caminando hacia el Reino, no en masa como espectadoras, sino sintiéndonos corresponsables en la tarea desde nuestro lugar concreto. Ojalá esta corriente del Espíritu renueve nuestra cabeza, nuestros esquemas, nuestro corazón y nuestro hacer, para que podamos vivir a su estilo: aliento, fuerza, energía… y así, todas nuestras intenciones, acciones y operaciones vayan encaminadas al servicio y alabanza de Jesús de Nazaret.