El silencio de José

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Tu nombre José glorioso,
en la Sagrada Escritura, significa “Dios añada”.
¿Qué más podía añadir, más privilegio cupiera,
que ser Padre, guía, apoyo, del mismo Dios en la tierra?
Silencio y confianza eres José, en silencio Dios actúa
te abandonas en sus manos y en su promesa confías.

Tu silencio fue elocuencia, miras al cielo y esperas,
y con tu “Sí” silencioso a Dios te entregas.

No te faltaron temores, incertidumbres y dudas,
alumbrado por la fe, en esa tu noche oscura,
sin comprender el misterio, oras, tiemblas, vacilas,
esperando silencioso, que Dios muestre su camino,
confías tan solo en ÉL, es la fuerza que guía.

En sueños y en el silencio, la voz del Ángel diría:
“No temas, José. No temas, toma a tu esposa María,
porque el Espíritu en ella ha engendrado nueva vida”.

De nuevo guardas silencio, el gran Misterio contemplas
y en esa contemplación, te inundas de su presencia.
En medio del silencio, reinando la noche ya
nace la “Vida” que un día al mundo ha de salvar.

La acoges entre tus brazos, la contemplas sin cesar,
la alegría que sentiste, pronto se vuelve penar
por librarlo de la muerte, a Egipto has de emigrar.

Silencio y confianza eres José, para escuchar su llamada.
Silencio y confianza eres José, abierto y receptivo a su Palabra.

En silencio y con fe firme haces lo que el ángel manda:
Toma al niño y a su madre, vuelve a Nazaret, tu casa.

José que trabajaste con fe y con alegría,
ganando con tus manos, el pan de cada día,
tu entrega y tu ternura, queremos imitar
en el trabajo diario, amando a los demás.

José, vivir queremos igual que en Nazaret,
ir aprendiendo de ti, de tu casa, tu taller
cómo se vive con gozo, humildad y sencillez.
José haz que sepamos, como tú, a Dios ser fiel.

Fuiste José, siervo fiel, modelo de amor y entrega,
fuiste fiel a Su Palabra, fuiste fiel a tu misión
fuiste grande siendo humilde, fuiste rico en tu pobreza,
teniendo siempre a Jesús como tu mayor riqueza.

Por tu humildad y silencio Dios te ensalzó.
Tú acogiste el misterio, lo guardaste en tu interior,
Cuidaste con gran cariño al Hijo del mismo Dios.

Ejemplo eres, José, de silencio y oración.
Familias, trabajadores, enfermos en su dolor
te invocan y te proclaman como Padre y Protector.

Pues sois Santo sin igual
y de Dios el más honrado,
sé José nuestro abogado
en esta vida mortal.

Carmen Hernández, FSJ.


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