Gestos que siembran vida y esperanza

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El mes de marzo Josefino, nos invitó a retomar nuestro tiempo de servicio en nuestro querido “comedor” de Los Angelitos de Ivi, en Burzaco. Ivi, mujer entusiasta, trabajadora y artesana del hacer y del “saber hacer” como pocas.

Casi sin publicidad, con un cartel y unos cuantos folletos, se dio inicio a los talleres de Cocina (panadería y pastelería), Electricidad y Recursos para el trabajo. Aproximadamente veinte personas de diferentes edades, desde adolescentes hasta adultos mayores, nos esperan para participar de las distintas clases.

Los artesanos que comparten la tarde del sábado se multiplicaron del primero al segundo. La alegría, el servicio y la fraternidad hechas carne en las sonrisas, ayudas y gestos fueron entretejiendo los encuentros compartidos. Cuánto amor se respira los sábados por la tarde al iniciar la jornada con la oración y poder sentir cómo se involucra cada uno en la tarea. Cuánto nos enriquece observar la atención que nos brindan al escuchar y tomar nota. Verlos amasar el pan concentrados en su trabajo. Nos sentimos plenos al poder colaborar activamente, al poder aprender desde el lugar que sea. Sentimos que recibimos más de lo que ofrecemos, es una verdadera misión donde se contagia el entusiasmo por aprender y servir.

El Evangelio se vive, se multiplican los panes y se trabaja por la dignidad de los hombres y mujeres. La Sagrada Familia de Nazaret y la intercesión del P. Butiñá guiando nuestras voces, manos y pensamientos forman el milagro de hacer crecer esta semilla de mostaza para un mundo mejor, donde vivamos la Comunidad en Jesús Resucitado.

A otros grupos de Talleres, permítannos decirles, anímese a salir al encuentro de otros, porque, con Jesús presente en donde vamos, es más lo que recibimos que lo que damos.

Roxana y Alicia – Talleres de Nazaret – Burzaco

A mí me tocó acompañar el taller de Panadería – Repostería, no les puedo explicar lo nerviosa que estaba, primero porque sólo cocino para mi familia, segundo porque no sabía qué respuesta íbamos a recibir de la gente y tercero porque no creía estar a la altura de las circunstancias. Como cada desafío de mi vida,
encomendé mi trabajo a Jesús para que guíe mis manos y mis palabras… Al llegar al comedor, ya había gente esperando. Cada uno de nosotros comenzó a preparar sus cosas en el lugar que nuestra anfitriona (Ivi) ya nos había designado.

Mis nervios automáticamente desaparecieron, todo se dio tan natural y espontáneo que no hubo necesidad de seguir una “receta”. Poder enseñar, acompañar y fundamentalmente escuchar a esas mujeres de tan variadas edades y contextos fue una de las experiencias más hermosas de mi vida. Me di cuenta de que la que realmente estaba aprendiendo era yo; sinceramente fue una verdadera caricia al alma. Hoy, pese a mi apretada agenda laboral y familiar, espero con ansias nuestro próximo encuentro.

Rocío – Talleres Nazaret – Burzaco

Contamos con la oración de todos para seguir animando este sueño. Estamos a tiempo de vivir la fuerza de la resurrección, la alegría de la esperanza, la pasión por el Reino!!

 


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