Recrear el encuentro de Familia

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Este año, el 19 de marzo, fiesta de san José, era un sábado. Al hacer el cronograma de las reuniones de Talleres, vimos que era la ocasión ideal para reiniciar los encuentros presenciales y, de este modo, el contacto más cercano y personal con la comunidad. Y al hablarlo en comunidad, pensamos que no solo sería eso, sino que era el momento de “re-convocar al completo” a la Familia Josefina de Bogotá, formada por hermanas, Talleres y trabajadoras del TMS, después de dos años de haberse suspendido estos encuentros a causa de la pandemia.

Para motivar la reunión recurrimos a las palabras del Papa, con ocasión del año dedicado a la Familia: “Apoyemos a la familia, defendámosla de todo lo que comprometa su belleza. Acerquémonos a este misterio del amor con asombro, discreción y ternura”. Recordando que el Papa habla no solo de la belleza, sino de la alegría de la vida en Familia, la dinámica que compartimos fue mostrar en un papel nuestro apellido y expresar los recuerdos más positivos que tenemos en relación con ello, es decir, lo mejor y lo más bonito de nuestras respectivas familias de origen.

Fue un compartir muy especial, con la curiosa coincidencia de algunos apellidos, pero sobre todo con el sabor de recuerdos entrañables y queridos.

Pero la cosa no quedaba ahí, todos compartíamos, de algún modo, la pertenencia a una familia nueva. Y así, cada cual fue señalando aquello que le resultaba más significativo de la Familia Josefina, como una colección de cualidades y experiencias que dan contenido al apellido “Josefino” que nos une. En esta casa, en la que tanto se cose, expresamos esta nueva vinculación cosiendo nuestros apellidos y llevándolos así, unidos, ante la Sagrada Familia. Era el día para celebrar a San José, padre y protector nuestro, como lo fue de María y de Jesús.

De manera sencilla y espontánea, el encuentro fue también la ocasión para hacer memoria de todo lo que han significado estos dos años de pandemia, todo lo que para cada familia ha supuesto de dolor, de incertidumbre y de pérdida. En nuestra Familia, por fin estábamos juntos, y era obligado dedicar unos instantes para agradecer la vida y la entrega de las hermanas que, en estos dos años, nos han dejado: Hna. Lupita y Hna. Rosario.

“Nuestro amor cotidiano” – dice el Papa – “se trata del amor generado por la sencillez y el trabajo silencioso de la vida de pareja, por ese compromiso cotidiano y a veces agotador que llevan a cabo los cónyuges, las madres, los padres, los hijos”. Esta expresión del Papa Francisco nos parece especialmente bonita y oportuna en el contexto de la espiritualidad josefina. Y junto a ella, una de nuestro Fundador, Francisco Butiñá:
“…pondera el fervor solícito con que nuestro glorioso Patriarca ganaba por sus fatigas y sudores el pan de aquella Santa Familia. Todo se convertía en ojos y manos para procurarles alivio y bienestar” (Visitas a Jesús Sacramentado, pág. 500).

Que este amor cotidiano de san José siga inspirando nuestras acciones; que sepamos ser los ojos y las manos que nuestras familias necesitan.

Comunidad de Bogotá


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