Orar con la música

¡Qué tiene la música que, siendo intangible, tiene poder sobre nosotros! Porque nos hace reaccionar, recorriendo nuestro cuerpo, teniendo la capacidad suficiente para convertirse en escalofrío cuando se suceden, unas a otras, las notas adecuadas.

¡Qué tendrá la música que puede cambiarnos el ánimo! Que nos describe tanto en lo particular, aunque no haya nada más universal. Que nunca se acaba ni deja de sorprender. Que une mentes separadas por muros de hormigón. Que da color. Que da auténtica vida.

Y tal vez tenga eso: que nos aísla de lo frívolo para volvernos más reales y más sensibles, haciendo que nos sumamos en nuestros pensamientos, en nuestros pesares o en todo aquello que tiene la etiqueta de «felicidad» en nuestra mente. O le pone banda sonora a todo aquello que nos rodea y nunca creímos ser capaces de ver. “Abrir los oídos para ver bien”, alguien dijo alguna vez.

Tal vez tenga algo de Dios. Por decirnos sin tocar. Por dejarnos tocados, sin saber explicar. Por impregnarlo todo de sensaciones aparejadas a sentimientos. Por hacernos ver nuestra debilidad y amansarnos, aunque no nos consideremos fieros. Por hacernos más reales. Por hacernos vivir y revivir y movernos a su son. Por acompañarnos siempre, en todo, de fondo. A veces sin notarse y otras reinando sobre el poderoso silencio. Siempre dándonos motivos para sentirnos vivos.

 Clara de Juan Bañuelos

INSTRUMENTO EN SUS MANOS

De entre todos los instrumentos musicales no hay ninguno que se pueda comparar al violín: sus curvas elegantes, su fino mástil, sus cuatro cuerdas… son realmente especiales. Pero por más que lo intente, el violín por sí solo no conseguirá sacar ni una nota. Se retorcerá y luchará toda la noche, pero de sus cuerdas no saldrá un solo sonido. Si el violín se empeña, y hay violines muy tercos, acabará por desafinarse, o incluso puede que rompa alguna de sus cuerdas, pero jamás conseguirá por sí solo sacar sonido alguno.

En algunas ocasiones, al violín le toca ser solista y, de pronto, todos los focos recaen sobre él; otras veces aparece en cuarteto y entonces debe aprender a acompasarse con el chelo y la viola, pero la mayoría de las veces se encuentra en medio de una gran orquesta, pasando más bien desadvertido pero armonizando con el conjunto, disfrutando y haciendo disfrutar de la variedad de instrumentos que tocan juntos y de la aportación imprescindible de cada uno de ellos.

Lo que nunca se ha visto y nunca se verá es un violín sin su músico.

No luches, no te desafines, deja que sea el Artista el que haga vibrar tus cuerdas, conviértete, sencillamente, en instrumento en sus manos.

SUGERENCIAS PARA LA ORACIÓN

Elige una canción que sea significativa para ti. Puede ser religiosa o no. Lo importante es que sea una de esas canciones que conectan con alguna experiencia fundamental en tu vida, que te ayudan a poner “letra” o “melodía” a tus deseos, inquietudes, sueños…

Siente el gusto por esa canción. Cántala o escúchala una y otra vez.

Ve bajando el volumen y entra en diálogo con Dios. Puedes imaginar a Jesús, escuchando contigo. Háblale de lo que te evoca, de lo que te emociona…

¿Qué canción elegirías para convertirla en música de fondo de tu corazón?

¿Qué canción te gustaría cantar con tu vida?