Encuentros que contagian

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Es el nombre que llevaba nuestro primer encuentro en el año 2020, donde 8 jóvenes del centro, se atrevieron a dejar otras actividades para disponerse al encuentro consigo misma, con la Naturaleza y con Jesús de Nazaret y escuchar desde el silencio la voz  de Dios que busca a su criatura para encontrarse con mayor claridad desde el discernimiento para que puedan mejor responder al proyecto de Dios en sus vidas.

Así el viernes 7 de Febrero a la noche hasta el domingo 9, Anahí, Blanca, Citlali, Dalia, Kenia, Lizbeth, Sandy y Sara, se adentraron en el misterio de desacelerarse, suspender y prepararse para descubrir que son habitadas por la Presencia y escuchar la invitación: “Mira que estoy en la puerta y llamo, si alguien escucha mi llamada y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Ap 3,20).

En este encuentro, también acompañaron Luz y Vicente, un matrimonio de los Talleres de Nazaret, a quienes agradecemos su generosidad y testimonio.

Damos paso a las resonancias del encuentro:

Este encuentro nos hizo vibrar cada minuto de vida, apreciar la creación perfecta de Dios. Entendemos para que nuestra vida tenga más sentido es necesario tener a Dios en todos nuestros planes, nunca estamos solas, porque Él nos conoce y somos hijas amadas.

Comprendimos que el silencio no es malo, siempre hay una idea errónea,
pero nos damos cuenta que estábamos equivocadas. En realidad el silencio nos
conecta con nosotras y con Dios.

Agradecimos porque mediante el silencio pudimos reconocer nuestras habilidades, miedos, y el porqué estamos en el mundo y que Dios tiene su plan para todos.

Caímos en la cuenta que nos hemos alejado de Él por un momento en la vida cotidiana.

Este encuentro nos devolvió la paz física y emocional, pudimos darnos cuenta que se mostraba tal como queremos, sin embargo entendemos que Él se manifiesta por medio de las personas y especialmente en la Eucaristía.


También el testimonio de vida del matrimonio que nos acompañaron compartió su encuentro, nos iluminó como Dios se manifestaba en sus vidas y nos hace cambiar de perspectiva. Ahora, más que nunca, nos sentimos acompañadas y seguras porque sabemos que Él nunca nos deja.


Lizbeth Herrera y Anahí García Méndez

 

La experiencia que viví en este encuentro ha sido muy bonito, ya que sentí paz interior, me sentí tranquila sin preocupaciones, me sentí muy cerca de Dios, me llegó todo lo que la Hermana nos dio de Jesús.

Al momento de imaginarme el lugar donde estábamos, me vino a la mente el más allá, un lugar maravilloso en donde sólo estaba yo, y me di cuenta que al final solamente eres tú misma que estás con tu amor propio.

Aprendí a comprender muchas cosas. Cuando leí en la Biblia la parte de la creación me di cuenta que sólo Dios es capaz de crear tantas cosas y, a pesar de todo, sigue siendo bueno todo lo creado…

Otra parte donde me toco más fue cuando nos dieron el tiempo para compartir con otra compañera ¿Quién soy yo? . Me sentí muy bien al contar a otra algo de mí que yo ni siquiera conocía.

Nunca me imaginé estar algún día así, muy cerca de Dios. El lugar y la naturaleza me ayudaron para que la experiencia fuera muy bonita.


Citlali Regule García

 

Mi nombre es Sandra Luz Quijano Lorenzo, soy originaria de San Felipe Usila. Participé en este espacio que lleva por nombre “Encuentros que Contagian” en la comunidad de Valle Nacional, casi dos horas de Tuxtepec. Mi experiencia me lleva a reflexionar sobre el amor de Dios hacía mí, y de reconocer que aunque uno tenga millones de amigos en esta tierra, al fin de
cuenta está sola ante Dios tal como uno es, el Amor de Dios permanece conmigo siempre…

También, me llamó la atención la experiencia que nos compartió el matrimonio que nos acompañó, sobre todo las dificultades que tuvieron que pasar, situaciones donde Dios está con ellos en la prueba. En medio de los problemas hay que seguir a Jesús, no dejarlo a un lado porque si lo tenemos Él lo tenemos todo…


Sandra Luz

 

 

Participé en el encuentro y sentí que había paz en mi corazón, aprendí que Dios siempre
nos acompaña en cualquier lugar, por eso hay que abrir el corazón a Él.

Tanta paz experimenté que me parecía como si fuera la única que estaba en ese lugar, me acordé de todas las cosas que he vivido y como estoy ahora. Me di cuenta que siempre necesitamos de la paz y tranquilidad para escucharnos a nosotras mismas y pensar en las cosas.

Aprendí que uno es único en el camino; sólo Dios te conoce y sabe todo de ti. Me siento contenta porque este encuentro me trajo alegría. Doy gracias a Dios por darme la oportuni- dad de conocer cosas nuevas…


Kenia Ivett Pérez Luna

 

 


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