Tres maneras de humildad
Tres maneras de amistad
En el libro de los Ejercicios, Ignacio propone la meditación de TRES MANERAS DE HUMILDAD, como un ejercicio de oración para hacerlo a ratos por todo el día. Es una meditación muy sugerente, que lo que pretende es tocar el afecto.
Son tres maneras de humildad, o tres maneras de amistad, que se puede comprender por las diferentes maneras de relación que podemos tener con las personas. En nuestra relación con las personas hay tres modos:
- Buena relación. Así vivimos con mucha gente con la que compartimos el trabajo, el edificio… Simplemente, una buena relación. Podría ser este un modo de relacionarnos con Jesús.
- Pero hay personas con las que tenemos una relación de amistad, mucho más cercana, de más confianza, nos preocupamos más por sus cosas. A un amigo le puedo pedir ayuda y estoy bien dispuesto a acudir cuando él me necesite.
- Por fin, hay una forma de amistad distinta, la de los amigos íntimos. Es una relación mucho más fuerte, de modo que lo que le ocurre a esa persona a mí me afecta. Estos amigos íntimos nos influyen. Ver cómo mi amigo vive, cómo sufre, cómo supera sus dificultades… me cambia. El cariño hace que mi vida cambie. Esta es también una forma de relación con el Señor, cuando es tanto el cariño que le tengo, que de tanto contemplarle voy cambiando mi modo por el suyo. No es decisión. No es voluntarismo. Es una amistad que se cultiva a fuego lento, que necesita tiempo, cuidado, detalles…. Eso me va cambiando el corazón…
Para la oración:
Considera estas tres maneras de amistad con Jesús y pregúntate: ¿En cuál de ellas te gustaría estar? ¿Cómo podrías cultivar esta amistad?
Los santos son esos “amigos fuertes de Dios” (Sta. Teresa de Jesús), que llegan a vivir en una estrecha relación de Alianza con Él.
Como sabemos, una de las ocupaciones apostólicas de Francisco Butiñá fue escribir y, concretamente, escribir vidas de santos obreros. Entre otras biografías, recoge la de Librada Ferrarons, todavía no canonizada, pero con fama de santidad en la región de Olot (Cataluña).
“Apenas se levantaba, más temprano de lo que pedían sus delicadas fuerzas y cortos años, se dirigía inmediatamente a Dios, ofreciéndole todas las obras del día y suplicándole encarecidamente la guardase de todo riesgo de ofenderle. Templada de esta suerte salía de su casa camino de S. Juan de las Fonts, y el trayecto de una hora, que seguía hasta llegar a la fábrica, lo empleaba bien en rumiar verdades eternas o máximas del Sto. Evangelio, bien en rezar devotamente sus devociones. Cuando encontraba alguna compañera que se dirigía al mismo punto, la invitaba a ser compañera de sus merecimientos mediante la oración, y así juntas santificaban la mayor parte del camino, disponiéndose a trabajar con intención pura en las labores a que tenían que dedicarse durante el día”.
«Era su pecho fragua de amor divino, de que saltaban ardorosamente chispas, que pegaban su fuego a cuantos la trataban. Así lo confesaban varias niñas, que por encargo de los amos tenía bajo su dirección y vigilancia».
Encontramos en Librada Ferrarons un modelo de obrera cristiana que se santifica en las tareas cotidianas. El P. Butiñá describe su jornada, su capacidad para hacer silencio, aún en medio del ruido de la fábrica, su manera de hacer apostolado entre sus compañeras (“Chicas, los ojos en la labor, y el corazón en Dios”), sus tiempos de descanso que aprovecha para la oración, su generosidad con los pobres, su abnegación… En esta mujer humilde, todo es fruto de una relación de amistad constante con el Señor, y desde esa relación TODO tiene sentido: desde ofrecerse a Dios, apenas nace el día, hasta llevar con ánimo y entereza una enfermedad grave y dolorosa.
Como dice Pedro Arrupe SJ (y hemos escuchado en la canción), “enamórate”. Y eso, cambiará tu trabajo, tu descanso, tu manera de relacionarte contigo mismo, con los demás, con tus tareas.
Esta es la experiencia que nos gustaría conseguir con la contemplación. Miro a Jesús para que su forma de ser y estar en el mundo sea la mía. Hacer de la propia vida, un encuentro continuo con Él.
Definitivamente, haberse encontrado con Jesús es como haber encontrado un magnífico tesoro. ¿Ya has sentido la alegría de venderlo todo por Él? Lee Mt 13, 44.