Palabra hecha carne

Tu Palabra se hizo carne y mi carne se hace hoy palabra tuya, tallada con tu brisa de absoluto en mi roca, de límite y distancia.
Soy ágil libertad en tu corazón que me anida, en tu pensamiento que me recrea.

Soy palabra como espada de dos filos en tus manos de profeta
y palabra de corazón cercano en tus ojos de hogar universal.
Soy palabra ronca de tanto sufrimiento,
parida por gargantas enlazadas en tu pueblo, que grita su gemido.

Soy palabra tuya, nazarena y pobre, con olor a tierra mojada de camino y a mar con rumores de salitre y gentes en la playa a la deriva.
Soy palabra hecha silencio, remansada en el invierno donde todo saber se acalla y nace nueva como flor de primavera en el tronco mutilado por la poda.

Soy palabra llevada por los vientos hasta puertas y ventanas,
que se hospeda donde abren y se pierde jugando en cualquier calle.

Benjamín González Buelta s.j.