Tomad, Señor, y recibid
Para que nuestra fidelidad esté cimentada en ti.
Para que seas Tú nuestro tesoro y nuestras delicias,
nuestra libertad y nuestra gloria…
Adéntranos en lo profundo de tu corazón,
danos la gracia de conocerte internamente.
Para que nuestra fidelidad viva persuadida
de que toda eficacia viene de ti,
para que el realismo no destruya los sueños
y seamos lúcidas en la entrega perseverante.
Ayúdanos a conformar
nuestra voluntad con la tuya,
enséñanos a descubrirte en la contradicciones,
danos la gracia de confiarte
nuestros esfuerzos,
no dejes que perdamos la paz.
Para que nuestra fidelidad sea testimonio gozoso
de que Nazaret es camino de vida abundante,
para que nos quite el sueño la urgencia de tu Reino
y no nuestras pequeñas cosas…
Impúlsanos al servicio gratuito,
llénanos de diligencia apostólica,
danos la gracia de amar y servir en todo,
especialmente en el trabajo hecho oración.
Te reconocemos a ti, Jesús de Nazaret,
como piedra angular de nuestra fidelidad.
Que nuestra memoria
recuerde sin nostalgia lo que ya vivimos,
que nuestro entendimiento
busque caminos con la mujer trabajadora,
que nuestra voluntad
permanezca ágil para hacer lo que Tú quieras.
Todo es vuestro, disponed de ello…
Tomad, Señor y recibid…
en esta hora que vivimos contigo,
que tu amor y tu gracia nos basten.