A partir de mi silencio

A partir de mi silencio
invoco ansiosamente tu silencio.
Tú que fuiste palabra sin palabras,
que articulaste versos con las manos,
que esparciste paz con la mirada,
que diste seguridad con tu presencia…
siempre callado, casi de rodillas
ante el misterio del amor,
atenderás mi súplica fervorosa.

Quiero ser cómo tú, silencio fértil,
silencio atento y acogedor
de los mínimos detalles que revelan
al Dios humilde que crece a tu lado.
Silencio tierno que cultiva flores
en el jardín maternal de María.
Silencio que contempla y disfruta
la grandeza de Dios hecho uno de los nuestros.

Jesús descansa a tu lado,
duerme, confiado, al calor de tu cariño.
De tu mano fue al Templo,
de tu mano aprendió a manejar las herramientas.
Se volvió amigo de la madera,
le gustaba esculpirla, darle forma
de pilares, puertas, vigas…
sus manos las transformaban en casas.
Y heredó tu estilo,
carpintero de la madera de las almas.

José de Nazaret, acogedor del silencio
que nutre la Palabra.
José de Nazaret, que nos haces respirar
la firme y rebosante certeza de ser hijos.
Acógenos de nuevo en tu morada
cuida de nosotros y de todos
que somos emigrantes fugitivos para Egipto.

Enséñanos a trabajar amando,
inúndanos de salmos elocuentes,
vacíanos de palabras infecundas.
Haz que escuchemos siempre
la Palabra única y que sintamos,
en el silencio envolvente de tu cariño,
el aliento de Jesús y de María.