El día 17 de marzo de 2019, Talleres de Nazaret y Grupo Nazaret hicimos nuestro día de retiro, y qué mejor que celebrarlo en vísperas de San José.

Lo primero fue una dinámica de animación y luego una acción de gracias a Dios y de pedir la ayuda del Espíritu Santo para el trabajo del día. El tema central del retiro fue “Ser Testigos para llevar el mensaje de salvación” (Hch 1, 8). Para la reflexión se plantearon estas preguntas:

¿Qué se necesita para ser testigo? ¿Qué necesito para ser misionero?  ¿Qué desafíos me trae llevar el mensaje del Reino?  ¿Qué llevo en mi taza para dar?

Estas preguntas dieron lugar a un tiempo de oración. Luego se compartió en los grupos y, después, todos juntos para enriquecer la experiencia.

De esta reflexión en común recogemos lo siguiente:

Saberse amados por Dios, estar a la escucha y en disposición. Sentirse llamados.

Necesidad de hacerse consciente de las limitaciones para trabajarlas a nivel personal.

La vida del misionero debe ser Cristo-céntrica, con los valores de la sencillez, la gratuidad…

Necesidad de coherencia de vida, dejar los miedos.

La responsabilidad es un gran reto y supone renuncias a la hora de optar por Jesús.

Hacerse conscientes de los momentos que se viven como persona junto con otros, y tener presente que, de lo que se deje llenar cada uno, de eso se puede derramar de la taza que se lleva.

También, saber que hay una base que nos sostiene y que es el amor recibido, la fe recibida y vivida en los encuentros cotidianos; no dejar de realizar estos encuentros de reflexión.

Más tarde, los laicos compartimos la comida con la Comunidad. Después leímos la carta de San José sobre el aniversario de los Talleres de Nazaret y Grupos Nazaret, para animarnos a seguir con el llamado.

A continuación, hicimos una dinámica con un papel que consistió en escoger el color preferido, dándole forma con una figura, expresando así cómo es cada uno/a.

Después de la comida, hicimos el intercambio de figuras para comunicar lo que significa, lo que cuesta desprenderse de algo o entregarse a otros.

Al final, a todos se pide que lancen su figura lo más lejos que puedan, pero haciendo que esta regrese de nuevo hacia su dueño, significando con ello que hay que hacer que se cumplan los sueños y tener esperanza.

Seguidamente hicimos una red entre los integrantes de cada grupo para significar sus fortalezas y, delante de Jesús Sacramentado, hicimos el compromiso de seguir adelante como misioneros, como testigos, representándolo en la red donde se muestra la unión de todos.

Todos quedamos muy agradecidos con Dios en este encuentro de la vida.

Comunidad y Laicos de Pedro María Anaya, Guadalajara- México.