Semblanza espiritual del P. Francisco Butinyà

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Desarrollaremos este tema en dos partes:

– Primera parte: Los retos del contexto: el siglo XIX

– Segunda parte: Pinceladas de una viva y espiritual inquietud apostólica.

LOS RETOS DEL CONTEXTO: EL SIGLO XIX

Si pudiésemos poner en una olla todo lo que le ocurre a la Compañía de Jesús durante el siglo XIX, a la Iglesia, a España, a Cataluña, a la vida religiosa, a la cultura, a la economía, a las ciencias y la técnica y los movimientos sociales y agitásemos la mezcla con vigor, tendríamos una aproximación al caldo donde Francisco Javier Butinyà encaró el reto de su vida, intentando seguir a Jesús pobre y humilde, por el camino emprendido por San Ignacio.

Cada vida humana se inscribe en un tiempo y espacios determinados que es preciso conocer si se pretende penetrar en el sentido profundo vivido por cada persona.

Ahora bien, más allá de estas coordenadas tangibles, espacio-tiempo, hay una serie de hilos invisibles que determinan el desarrollo de la vida, posibilitándola, al mismo tiempo que la condicionan.

Francisco, como le llamaban, entra en la Compañía de Jesús en medio del turbulento siglo XIX, en 1854, año de la proclamación del dogma de la Inmaculada. Posiblemente había sido congregante, según el libro que se le conserva.

La Compañía de Jesús

En este siglo, se restaura la Compañía suprimida durante 41 años y, en España, se cuentan hasta seis expulsiones, confinamientos o disoluciones. El año del nacimiento de Francisco, 1534, son asesinados en Madrid 15 jesuitas del colegio imperial en la “matanza de frailes” (17 de julio). A él le tocará un confinamiento en Mallorca, a los tres meses justos de ser novicio y, además, dos breves exilios en Francia, en el 1868 y 1874.

Este áspero hilo apunta hacia la prisa apostólica: urge hacer el bien. El apostolado quema y la Compañía, a pesar de las dificultades, no deja de crecer durante todo el siglo.

La Iglesia

En este siglo XIX, se pasa del encarcelamiento papal por Napoleón y la pérdida del poder temporal que significaban los Estados pontificios, para la unificación de Italia, a la formulación y proclamación de la máxima autoridad papal, con el dogma de la infalibilidad.

El Syllabus errorum (1864) concreta la severa y absoluta condena al liberalismo, al sindicalismo y a la democracia, mientras exige la obediencia de los poderes temporales a las directrices eclesiásticas.

Este hilo cortante tira hacia una posición católica muy defensiva y conservadora.

España

Desde la derrota del francés en el inicio del siglo, España se debate entre la lucha liberal, heredada de la Revolución francesa y el conservadurismo tradicional atrincherado tras el carlismo. Las diferentes fases de la lucha son las que sacuden a los jesuitas, tal como se ha explicado.

Por otro lado, gotea inexorablemente la independencia de las posesiones de ultramar, hasta perder los últimos territorios de Cuba y Filipinas a finales de siglo. España se empobrece. Esta realidad estira hacia la compasión hacia los marginados.

Cataluña

En este contexto de decadencia colonizadora se reaviva una identidad. Surgiendo de las cenizas que ha dejado Napoleón en los insistentes asedios a las ciudades, particularmente a Barcelona y Gerona, incluso a pesar de la división administrativa en provincias en el 1833, va tomando conciencia progresiva de su historia y bagaje cultural, con una serie de estudios, publicaciones y asociaciones que tejen la vida civil.

De manera natural los prohombres de la burguesía se sienten atraídos e implicados por este hilo que da consistencia a una vida colectiva capaz de formular su memorial de Greuges, soportada cada vez más por una economía creciente, y que desemboca en las Bases de Manresa.
Francisco Butinyà, seguirá colaborando intensamente con este movimiento de la Renaixença.

La vida religiosa

A nivel mundial, es el siglo en que proliferan más fundaciones de Congregaciones Religiosas. Sólo masculinas se cuentan 91, muchas más que en los cinco siglos precedentes y un tercio de todas las existentes.

Muchas de estas fundaciones son de carácter misionero, por el enorme intercambio con las colonias. Pero también obedecen frecuentemente a la creatividad en la lucha contra la pobreza. En particular, se multiplican los religiosos dedicados a los enfermos, a la enseñanza y a los orfanatos.

En un tiempo de transformaciones tan duras, la proclamación de la fe y las obras de misericordia lideran la inquietud cristiana comprometida.

Economía

La electricidad, el gas, la máquina de vapor, el tren (1848), la industrialización remueven profundamente la sociedad, propiciando un largo éxodo del campo a la ciudad. Se crean unas enormes diferencias entre el capital que no tiene más ley que su beneficio y la fuerza de trabajo duramente exprimida. Los horarios, los sueldos, la vida familiar, la salud se sienten afectadas por las exigencias del nuevo régimen laboral.
Una persona observadora y de trato con la gente sencilla, como era Francisco durante su época de estudiante, quedará atrapado por este hilo que lo conduce hacia una compasión incansable.

Ciencia y técnica

El desarrollo no tiene freno, a medida que se va conociendo la constitución de la materia y de la vida. Se clasifican los elementos, se conocen las leyes de la herencia, se pone en marcha un potente sistema de comunicaciones, como el tren (1848, Mataró), coche (1884), dinamo (1867), telégrafo (1831), teléfono (1861), fotografía (1839), cine (1895).

La transformación social

La población conoce un éxodo continuo del campo a la ciudad por la exigencia y alucinación de la revolución industrial. Las masas separadas de su ámbito rural pierden la integración de sus pueblos y villas y aparecen otras formas de asociación necesariamente combatidas. Téngase en cuenta el camino desde el Manifiesto Comunista del 1848 a la Rerum Novarum de León XIII en el 1891.

El reto del trabajo fabril era un hilo que estiró con fuerza de las personas sensibles a las ingentes multitudes que eran explotadas y quedaban marginadas del sistema. Butinyà había vivido en su casa las angustias de los trabajadores y tenía recursos para emprender algunas atrevidas soluciones.

La mujer en el siglo XIX

Junto a la enorme discriminación y dependencia de la mujer respecto al hombre, algo mitigada en Cataluña por la separación de bienes, la nueva condición de obrera abría nuevas posibilidades de subsistencia a la vez que la sobrecargaba con las obligaciones del trabajo asalariado. La pobreza hacía estragos entre los niños, los ancianos y los enfermos. Butiñá, de pequeño, ya era consciente de este exceso de peso y del peligro para la mujer pobre, así como de las barreras civiles y religiosas de las jóvenes sin dote.

PARTE SEGUNDA: FRANCISCO BUTIÑÁ

Las diapositivas siguientes tienen un cierto orden cronológico de la biografía de Francisco Butiñá. Es imposible en esta presentación enumerar cada una de las anécdotas que ocultan. Pero aprovechando la onda de su ritmo, se procurará dibujar a grandes rasgos el grosor afectivo y espiritual de una persona tan exquisitamente buena y entregada al bien de los indigentes. No en vano, el pueblo le llamaba padre de los pobres.

Opción por Nazaret o la santificación por el trabajo manual.

Seguramente como fruto de las meditaciones de Ejercicios de segunda semana y, posiblemente también, por su experiencia doméstica, Butinyà ve en el taller de Nazaret el paradigma de la felicidad humana.
Dios encarnado fue un hombre de oficio, y sus padres, José y María, se ganaron el pan con el sudor de su frente. Es el sudor, no el trabajo, el impuesto a pagar por la malicia humana. Pero el trabajo, de hecho, es la vida de la humanidad, es la colaboración con la obra divina y, es preciso decirlo, medio de liberación también para la mujer.
En esta línea encuentra en Salamanca un grupito de mujeres que viven de su trabajo, y que aprovechan los domingos para encontrarse y rezar juntas. Las reúne Bonifacia Rodríguez.

Por tanto, las casas de las comunidades josefinas serán soñadas como talleres de Nazaret, refugio real de jóvenes y mujeres de inquietud espiritual y en dificultad económica, y parábola para toda la comunidad obrera del mundo. El taller debía ser convento y coro, hermanamiento de trabajo y oración.

Los beneficios, repartidos a tercios: para el culto, para la dote de las jóvenes que tomasen estado y para el autofinanciamiento.

La vida de la Sagrada Familia narrada una y otra vez, las 72 jaculatorias, la identificación con Jesús, María y José, causaban una unión comunitaria con un contacto constante con la realidad del mundo.

Dejo abierta una sospecha. Sin olvidar el recurso devoto y confiado al patrocinio de San José, Butinyà insensiblemente pasa a hacer sus veces en la protección del Taller. Como ocurre en el salmo 23, la oveja acaba desempeñando el oficio de pastor, sentada a la mesa atendida por el Buen Pastor. La cañada oscura del siguiente rasgo espiritual puede confirmar dicha sospecha.

Opción por los pobres y obediencia jesuítica

Dos pisos separaban la comunidad de Francisco y el taller josefino en la calle Pujada de St. Domènec, nº 9 de Girona. Al llegar a casa, Butiñà deja carteras y abrigos, sigue remontando la escalera y se sienta ante las máquinas para mostrar su manejo a las hermanas mientras cuenta historias de la Sagrada Familia.

La obediencia jesuítica, dolorosa e intempestiva en este caso, iba a agregar enorme distancia entre las dos realidades.

El breve destierro de Poyannes ya sirvió de pretexto para sugerir un cambio de destino, Murcia en vez de Salamanca. El provincial de Aragón, P. Orlandis, medió para ofrecerle un destino en Girona, como lugar idóneo para implantar un nuevo Taller. Butiñà comentó sin ambages que le doraban la píldora. Aceptó, y, desde Girona reune al poco tiempo un grupo de cuatro mujeres en Calella. Más adelante se reagruparán con otras en Girona, en el piso indicado (1874). Toda la comunidad participaba de la atención al Taller.

El P. General en carta a toda la Compañía urgió el cumplimiento de las Constituciones [588] que excluyen la dedicación al cuidado de religiosas como confesores ordinarios. El nuevo provincial, P. Capell, dice a Butiñà que es hora de dejar tanto trato con monjas. “Se han empeñado en que abandone la obra comenzada…” se lamentará Francisco en carta al asistente Manuel Gil.

Entran en litigio la obediencia y la prosecución de una idea genial, el sostenimeinto de una obra insólita, la dirección de unas mujeres muy limitadas y la posible atención de unas beneficiarias pobres.

Butiñà siente la lucha de dos amores. Repetidamente decía a las Hermanas: “Mirad que me costáis muchas” y “hijas mías pedid a Dios que yo muera en la Compañía”.

Butinyà expone su incomprensión ante la postura de sus superiores. Insiste en cartas al General, a los asistentes y al provincial, en lo que siempre le ha movido a llevar adelante el Taller de las religiosas obreras. Un único motivo: la vida de los pobres, la misericordia viva de Dios con ellos, especialmente con ellas, que son aún más pobres y necesitan de más vida: “ Me moví luego por compasión de tantas jóvenes pobres. Tendrían una gran fábrica de donde saldrían otras para mucha gloria de Dios y bien de los pobres” … “Le suplico me consiga una santa libertad para llevar a feliz término mi obra comenzada a favor de los pobres.” “Lo pido por hacer callar a aquellos que dicen que buscamos a los ricos y despreciamos a los pobres.”

El provincial se queja de que en la obra sólo entran pobres, a lo que responde Francisco: “… no sabía yo que el mirar con predilección a los pobres fuera opuesto al fin de la Compañía”.

La amargura de Francisco llega a hacerle entrever una evangélica consolación: ”Si esa tempestad es mi expulsión de la Compañía, viniendo por tales motivos, la espero con tanta mayor tranquilidad cuanto más amplio campo me abre a poder trabajar para mayor gloria de Dios en la obra emprendida para bien de los pobres…”.
Al fin, echa mano de la valentía de San Pablo cuando dice: “Pueden echarme a la mar que no rehuso ser anatema por los pobres”

Le proponen un destino a Mallorca para que publique la vida de San Alonso Rodríguez: “ Me quieren hacer llevadero el abandono de estas pobres josefinas”…

Destinado a Manresa, continua su lamento: “Sin saber por qué ni querérmelo decir, me vedan hasta ir a darles Ejercicios, lo cual me ha sumido en mayor amargura”.

Francisco Butiñà se anticipó cien años. En pleno siglo XX, los sacerdotes de la Misión Obrera, la opción preferencial por los pobres, la doctrina social de la Iglesia, la promoción civil de la mujer y la petición de perdón de la Compañía en referencia al trato con la mujer le dan la razón.

Opción apostólica sacerdotal

Destinado a Tarragona los últimos quince años de su vida, se dedica de lleno al trabajo de campo, echando mano del ministerio de la palabra, oral y escrita, y al ministerio incansable de los sacramentos. Acude a numerosos públicos de pueblos y ciudades, dando ejercicios, conferencias, misiones populares. Las preferencias en sus tandas a seglares lo llevaron a dar ejercicios a los presos del penal y a personas recogidas en centros de beneficiencia.Siempre con un trato agradable con todas las personas y orientando su acogida y esfuerzo para el provecho espiritual de los artesanos y obreros.

Se ha llegado a decir que la influencia de dos personas, San Anton M Claret y Francisco Butinyà, está en la base de la Catalunya cristiana del siglo XX.
Dos ejemplos y un final gozoso.

En el mes de mayo, en Tarragona, se tenía una misa a las cinco de la mañana para que los obreros pudieran asistir. Todos los años, indefectiblemente, Butiñà asumía este ministerio.

En su intento de invitar a la comunión frecuente, escribe un devoto libro en defensa de la comunión diaria. A la pregunta de cuál es la mejor manera de prepararse para la comunión afirma: la comunión del día anterior. Esta sencilla respuesta va más allá de la pedagogía –comunión diaria por delante y por detrás- y de cierta broma de captación de benevolencia. Entiendo que es la verdadera experiencia de comunión con Jesús la que deja abierto el deseo de amistad y encuentro. No le dejaron publicarlo. Se anticipó a la doctrina eucarística de Pío X.

Por último, desde 1889, en que se consagra la Iglesia de las Siervas, que aún no Hijas, de San José de Girona con la presencia de Francisco entre sus queridas hermanas, todos los años siguientes predicará en ella la novena del Niño Jesús. También dirigirá los ejercicios espirituales en casi todos los Talleres abiertos en la geografía de Catalunya.

Santiago Thió s.j.
Conferencia pronunciada con ocasión
de la introducción de la causa de canonización
del P. Francisco Butinyà i Hospital
en la Diócesis de Girona
Banyoles, 2007